Tito Ramírez (Upload, 21/04/23)

Tito Ramírez (Foto: Álex Vidal)

La factoría Indie Lovers no quiso faltar al acontecimiento, a pesar de la bola que se le está dando en medios generalistas como El País, eldiario.es y El Salto, y especializados como Rockdelux, entre otros, y aun a pesar de que haber disfrutado del concierto cinco días antes en el doble cartel que compartió con La Perra Blanco en el Escarxofa & Jazz del Prat de Llobregat (uno de los centros neurálgicos de la factoría Indie Lovers), queríamos estar ahí, al pie del cañón, porque nuestra alma indie también tiene mucho de bugalú (y, de paso, reivindicamos la latinidad de tantos y tantos ritmos fagocitados y reciclados en el rock norteamericano, en un camino de ida y vuelta y de retroalimentación que da pie a nuevos sonidos o a sonidos con sonidos añejos y savia nueva; ¡que viva la multiculturalidad, carajo!), de noches tórridas y madrugadas de baile, ya sea al ritmo de la percusión latina o de la psicodelia, bien latina ella también.

No en vano, el show de Tito Ramírez y su orquesta tiene mucho de la incitación al pecado del baile lujurioso de James Brown, de la libertad sin límites de los Blues Brothers, del juego de máscaras del carnaval, símbolo de la lujuria y lo prohibido y repleto de lecturas. Pero también de reivindicación de lo popular, que muchas veces se nos olvida: la música nace del colectivo, de la gente, del barrio, como bien se hace patente en “Pal barrio”: «El barrio es un concepto», afirmaba un pletórico Tito, buscando (y ganándose a pulso) la complicidad de la gente que se apiñaba frente al escenario.

El sudor fue parte consustancial del espectáculo: cuanto más húmedo el cuerpo, más proclive al pecado y al diablo, sin lugar a dudas (y más si no funciona el aire acondicionado). Y Tito Ramírez supo ejercer de sumo sacerdote, de chamán, de lascivo frontman, dominando el tempo del espectáculo. Así, tras una larga intro, se presentó «su excelentísima perversidad» Tito Ramírez, tocado con gafas de sol y la media capa añadida al uniforme de la orquesta, ante un público expectante. “El Prince”, “Alma sicodélica” y hechuras de soul negro para deslizarse, acto seguido, al cha cha cha y el bugalú de “Pal barrio”. El mambo se hizo rock con la misa pagana de “El predicador”, con la imaginería caribeña a tope: «Babilona caerá», y de nuevo la incitación al pecado, a la lujuria, “Poder de amor”. «El amor, amigos, es lo que nos ha traído aquí y lo que nos hará pecar». Y, de esos pecados, Tito (y todos) nos declaramos “Culpable (Guilty Was The Boogaloo)”, que contiene uno de esos estribillos que no te sacas de las meninges ni con aguarrás.

Una tras otra fueron cayendo buena parte del segundo disco, ‘El Prince’, en el que se abre a más ritmos y estilos que en ‘El kink of mambo’, cuyo “Mambo n.º 666” ejerció de cierre “oficial” del concierto, con Tito haciendo coreografías y acrobacias al más puro estilo James Brown, y retirándose como el rey del soul sabía hacer en sus mejores momentos. Y con pogos (sí, lo habéis leído bien, pogos) en la pista baja del Upload. A la vuelta, arremetió con el primer single, ese éxito del 2016 que la gente creyó de un perdido artista puertorriqueño, “Lonely Man”, para regocijo del público, que engarzó con un cristalino “Yadda-Haddabadoo” antes de otro final acrobático y lleno de bugalú.

En una entrevista le preguntan si sufre del síndrome del impostor. Con semejante bagaje musical y con la sinceridad de la propuesta, pocas cosas más auténticas hay hoy en día que la mezcla, el mestizaje y la honestidad a la hora de componer e interpretar. Y Tito Ramírez es un soplo de aire fresco (bueno, más bien tropical) en nuestra escena. Una propuesta que, no olvidemos, reivindica la popularidad de la cultura, y que, además, tiene mucho de gosadera. Larga vida al kink of mambo.

Escrito por

Letraherido y juntaletras. Físico de titulación que ejerce (poco) en una editorial de género fantástico. Me caí en un caldero de britpop ya de mayorcito y desde entonces le doy a todos los palos del indie y de más allá. Flamenquito lover. Sé bailar sevillanas. En mi epitafio pondrá “Esta noche no iba a salir”. Common people like you.

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