Superadas la jornada inaugural en el Poble Espanyol del miércoles y el caótico estreno en el Parc del Fòrum del jueves, el Primavera Sound 2022 afrontaba un auténtico examen el viernes, en el que era de esperar que hubiera aún más gente que el día anterior. A decir verdad, personalmente tuve menos sensación de agobios (salvo algún momento puntual) y al evitar las barras de la zona central, los tiempos de espera para adquirir bebida y comida en mi caso fueron considerablemente menores al día anterior (si bien en redes sociales hemos podido ver quejas de asistentes en el mismo sentido que el jueves). Sea como sea, las conversaciones que hemos podido mantener estos dos días con amigos y asistentes habituales coinciden en una sensación de desencanto con un festival que se ha convertido en algo completamente desmesurado y que muchos ya no sentimos como nuestro, totalmente desplazados por la invasión internacional. El Primavera Sound como perfecta metáfora de la degradación de Barcelona en las dos últimas décadas…

Centrándonos en la música, tras la decepción y el caos organizativo del día anterior en el acceso a L’Auditori, desistimos de intentar ver a Low, y empezamos nuestra jornada con Natalie Mering, o lo que es lo mismo, Weyes Blood. La californiana nos dejó un magnífico y reposado set centrado en su último disco hasta la fecha, el fantástico ‘Titanic Rising’, y además anunció al público del festival que ya ha acabado de grabar el próximo. Vestida elegante en blanco, acompañada por una imagen del planeta azul (o quizás a estas alturas ya deberíamos decir gris tirando a negro…), y lanzando flores al público interpretó con delicadeza canciones preciosas como ‘Seven Words’, ‘Something To Remember’, ‘Picture Me Better’ o hasta una versión del ‘The Air That I Breathe’ de los Hollies, que es esa canción que las malas lenguas aseguran que plagiaron los Radiohead para convertirla en ‘Creep’.

De la calma y la paz de Weyes Blood pasamos a la tormenta tropical australiana: Tropical Fuck Storm nos arrollaron, saquearon nuestros oídos y los hicieron picadillo, en un actuación que provocó la euforia de los allí presentes, con hostias sonoras como ‘Braindrops’, ‘You Let My Tyres Down’, ‘Paradise’ o, claro, esa versión del ‘Stayin’ Alive’ de los Bee Gees en modo trituradora. No conseguimos llegar al final de Wet Leg para repetir el ‘Chaise Longue’ del miércoles en Poble Espanyol, así que nos fuimos para Mordor para el remate del show de los Fontaines D.C., a quien habíamos visto un par de meses atrás en Razzmatazz. Da vértigo pensar que en 3 años han pasado de ser unos desconocidos que tocaban en el segundo escenario del Vida a hacerlo en el principal del Primavera Sound, pero demostraron que no les viene grande, con las canciones de su reciente ‘Skinty Fia’ o clásicos aceleradísimos en esta ocasión como ‘Boys In The Better Land’.

Y llegó el momento de disfrutar a Beck, 22 años después de su última visita a la antigua sala Zeleste. Mr. Hansen salió con ganas de gresca, en el que dijo que era el primer concierto en gira desde 2019 y estrenando nueva banda, y puso a bailar a miles de personas en las descomunal esplanada de Mordor con ‘Mixed Bizness’ y ‘Devil’s Haircut’. El inicio del show estuvo decantado al baile, a los ritmos funk y tropicales, en un tramo en el que también cayeron ‘New Pollution’ o la canción que hizo con Gorillaz, ‘The Valley Of The Pagans’ (en la aparte final también interpretó ‘Night Running’, grabada en su día junto a Cage The Elephant). Hubo momentos también para la calma y sonidos entre lo acústico o el Bowie de ‘Space Oddity’, como en esa maravillosa ‘Morning’ o la bella versión del ‘Everybody’s Got To Learn Sometime’ de The Korgis que hizo en su día para la imperdible película ‘Eternal Sunshine Of The Spotless Mind‘. Al final el show recuperó revoluciones y ganas de fiesta, con temas que nos hicieron viajar en el tiempo como ‘Hotwax’, el karaoke masivo con ‘Loser’, y la final ‘Where It’s At’. Sorprendentemente, no hizo ‘Sexx Laws’, y puestos a pedir, un ‘Beercan’ ambién le habria puesto el lazo al concierto. Veremos el domingo en Razzmatazz…

De Mordor a Mordor, y canto porque me toca: The National interpretaron un generoso set de 20 canciones con la elegancia y nocturnidad habituales, y temas fecuentes en sus muchas visitas: ‘Bloodbuzz Ohio’, ‘I Need My Girl’, ‘Fake Empire’, ‘Day I Die’… como ya les hemos visto 1000 veces, nos fuimos a degustar otras propuestas: no llegamos a tiempo de Parquet Courts, pero sí pudimos disfrutar de una de las frontwomen más estelar de la última década: Jehnny Beth llegaba sin sus Savages, pero descargó sobre nosotros un repertorio tan decantado hacia sonidos industriales que acabó haciendo la versión del ‘Closer’ de Nine Inch Nails. Temas como ‘New World’, ‘I’m The Man’ o ‘More Adrenaline’ formaron parte de un set en el que Jehnny saltó al público a hacer stagediving o a que la mantuvieran en pie sobre el público, emulando laicónica imagen de Iggy Pop como ya hizo con las Savages años atrás en el escenario de Mordor.

Ya casi sin fuerzas, aguantamos para ver a King Gizzard & The Lizard Wizard, que contrariamente a los Strokes sí que tocaron, a pesar de verse afectados por el covid días atrás. Ya con el batería Michael Cavanagh recuperado, los australianos congregaron a una enorme multitud que respondió con fervor en cada uno de los temas, originando pogos, stagediving y mucho alboroto. Fue un show contundente, aunque algo difuminado por el sonido del escenario Binance (hasta ahora el peor escenario del festival a nivel de sonido), y por esas largas progresiones rítmicas que por momentos se me hicieron algo monótonas. Pero no hay duda de que demostraron muchísima actitud y una pericia espectacular con los instrumentos: ‘Mas For The Rich’, ‘Gaia’, ‘Honey’ (con algún extracto de ‘Rattlesnake’) o el arrollador final de casi un cuarto de hora de ‘The Dripping Tap’ dejaron la noche por todo lo alto. Hubiéramos rematado con Mogwai, pero las piernas dijeron basta, que el sábado será una jornada larga.