El pasado 9 y 10 de junio tuvo lugar la primera edición del Ballantine’s True Music Festival. Un encuentro musical, donde no sólo se apostaba por la buena música, ya que el Festival ofrecía a 140 artistas nacionales e internacionales, sino que, además, el mismo estaba distribuido en un total de 17 salas por la zona centro de Madrid.
Así pues, la apuesta y originalidad del festival de reunir a un gran número de artistas durante dos jornadas y en distintas salas de la capital, captó enseguida la atención de los Indie Lovers madrileños, que agradecemos que Madrid apueste cada año un poco más por la escena musical.
Inevitablemente, nuestra prioridad se centró en escoger aquellas bandas que no queríamos perdernos, aunque la coincidencia de algunas ellas nos facilitó el trabajo en más de una ocasión. Las ganas por escuchar buena música se juntaron con la adrenalina de correr entre una sala y otra para no perdernos al siguiente artista. A pesar de que las distancias entre algunas de éstas fueron un poco más largas de lo previsto y que en algunas de ellas hubo más de un problema con el sonido, las calles del corazón de Madrid pasaron a formar parte del Ballantine’s True Music Festival, donde cada uno construía su propio festival. Y ese concepto nos cautivó.
Nuestro principal miedo era el acceso y la organización. Por suerte, la realidad fue mucho más fácil de lo que nos habíamos imaginado. Para acceder a cada una de las salas, las pulseras contaban con un código de barras que debía de ser escaneado y que, aunque se formaban colas tanto en la entrada como en la salida de los conciertos, permitía a la organización facilitar información del aforo a tiempo real a través de su aplicación, todo un acierto. Evitaba caminatas sin sentido.
Como en todo, hay varias cosas a mejorar para las próximas ediciones, pero el True Music Festival, ha traído una nueva forma de consumir música en un festival y en una ciudad que aún tiene mucho que ofrecer a aquellos que nos gusta perdernos entre conciertos y festivales. Por ello, esperamos poder repetir el año que viene de un fin de semana repleto de opciones musicales y saltar de sala en sala, sin parar. Improvisar noches de conciertos en Madrid no nos parece un mal plan.