Convertido ya en una tradición del invierno “indie” barcelonés, el Minifestival Pop combinaba para este año un cúmulo de viejas amistades, sangre fresca y un nuevo emplazamiento para su día principal. Todo cambia para que nada cambie, o como se decía en esa película que siempre queda tan bien mencionar.

Este año la previa se llevó a la vigilia del día principal en Heliogàbal, cómplice habitual del Minipop. Empezaban Special Friend, que rompían el binomio británico/local de este año desde Francia, con un sonido cercano al noise estadounidense. Los fans de Yo La Tengo les pueden seguir encantados. Seguía Gemma Rogers, heredera de un sentido del pop esencialmente británico en cuanto a sonido, actitud y sentido del humor. Tras un alegato en favor de las patatas bravas, Rogers repasó su notable “No Place Like Home” en formato trío, explotando sus virtudes pop en favor de aquellas que van más en dirección de The Specials. Un triunfo con la audiencia que puso las cosas difíciles para Pizza Fantasy, el alias de Pavo Peña, que combinó habilidades de showman (subida a la barra incluida) con un cancionero tan pop como a la vez desdeñoso con la industria musical. Le costó encontrar el enganche con el público que mereció más.

Al día siguiente el festival inauguraba sede en el Casinet d’Hostafrancs, el recinto más grande, mejor sonorizado y mejor situado hasta ahora. La organización resaltó que el horario iba a ser estricto, así que el Casinet ya se encontraba con una entrada de impresión para ver a David Christian, que trasladó tanto sus canciones en solitario como el pop luminoso de Comet Gain (‘Fists in the Pocket’) a un terreno casi-folk que le sentó perfectamente. La habitual predilección del festival por el indie británico seguiría con cheerbleederz, trio femenino que combina descaro juvenil, cierta mala leche (escuchen ‘Cute as Hell’) y una combinación de voces bien arraigada en “Even in Jest”, su primer disco. Seguían Me Rex, grupo encabezado por Myles Mccabe, que comparten con cheerbleederz aptitud melódica y la batería Phoebe Cross, quien a su vez había actuado en el mini de 2020 con Happy Accidents, el desaparecido grupo que compartía con Rich Mandell, también teclista y bajista de Me Rex. Incluso si su concierto prometió más de lo que definió, se agradece que Mccabe tienda más a ser un Ben Folds Five con un pie en el acelerador, tal y como muestra su reciente EP “Plesiosaur”.

Antiguos amigos del festival (ya habían actuado en 2015) Close Lobsters han mantenido un status menor dentro del pop británico de los últimos 30 años, a pesar de que discos como “Foxheads Stalk This Land” podían haberles hecho codear con unos Housemartins o The Aztec Camera con el filtro del movimiento c-86. La lastima es que dieron posiblemente el concierto más desganado del evento, a pesar de recuperar joyas como ‘I Kiss The Flowers in Bloom’. A las langostas les siguió Carlota Flâneur, que como representación local cumplió con su elegancia habitual, viajando entre la “Uncertainty” sin olvidarse de sus primeras canciones. A sabiendas que se la ha podido ver muchas otras veces en Barcelona, con más tiempo y menos prisa, no perdió un ápice de su habitual entusiasmo, lo que se agradece.

Pero lo mejor llegó al final, con la nueva visita de los ingleses Martha. Su power pop/punk/rock de voces cambiantes, melodías engrasadas y con componente político orgánico cerró de maravilla el Minifestival, con algunas visitas a su último disco (el inicio de ‘Beat Perpetual’ o ‘Hope Gets Harder’) sin olvidar sus inicios en la magnífica ‘Bubble in my Bloodstream’. Llegaron a causar una celebrada conga entre el respetable, e incluso su final “a capella” sonó a punk revitalizador.