Las expectativas estaban muy altas y reconozco que eso me preocupaba. El concierto de hace justo diez meses en la Sala Apolo todavía resonaba en mi mente. De los mejores de este 2017 que ya termina por muchas cosas: por el talento de todos los integrantes de León Benavente, por sus letras y, sobretodo, por su energía abrumadora… y arrolladora. De camino a la Sala Barts me asaltaban las dudas. ¿Lo había idealizado? La respuesta llegó rato después.
León Benavente cierra este sábado su gira más exitosa en La Riviera madrileña y el jueves hacían lo propio en Barcelona dentro del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz. Comencé algo inquieta el concierto. No quería decepcionarme. El show, porque lo de León Benavente trasciende más allá de la palabra concierto, comenzó fuerte y directo a la yugular con Tipo D, California y La Ribera. Contundentes. Sin embargo, sentía que no acababa de entrar en el mundo salvaje de Abraham Boba. Demasiada rever en su voz, que me pareció que comenzaba algo camuflada entre el maravilloso ruido de Edu Baos (bajo y sintetizador), Luís Rodríguez (guitarra) y César Verdú (batería).

Tenía la sensación de estar ante un concierto algo frío. ‘Oh, no. No va a ser tan espectacular como en febrero’ llegué a decirme con cierta resignación. Y no es que el concierto no fuese realmente bueno, pero yo esperaba algo celestial. Por suerte, una tras otra fueron cayendo esas canciones que tanto he escuchado este año y, de repente, sin saber muy bien cómo me encontré saltando, en tirantes y desgañitándome con unas letras ante las que resulta complicado sentirse indiferente. Y así, sin darme cuenta y absorta, lo reconozco, en la batería de César Verdú acabé sucumbiendo ante ese poder arrollador y esa energía que ya os digo yo que a mí me duraría solo una canción. ¡Quiero la dieta de esos hombres!
La vida errando, Ánimo valiente, Estado Provisional o Celebración fueron algunos de los hits que no faltaron en un concierto que duró aproximadamente una hora y cuarenta minutos. No se le puede exigir más a una banda que lo dan absolutamente todo y sin respiro alguno sobre el escenario. Son una super banda y en el sentido más literal. Sin palabras. Son unos animales, salvajemente controlados dentro de un descontrol que se contagia con un subidón de buen rollo y energía vital considerable. Y un sudor similar al que debe generar un atleta de maratón. León Benavente como reset físico y mental y Abraham Boba como un líder casi espiritual o un predicador moderno. No cabe otra cosa que euforia en uno de sus conciertos… y la felicidad, especialmente con la generosa aparición de Maria Arnal y Marcel Bagés. Generosa porque el dúo catalán no se incorporó al repertorio de León Benavente, sino que fue el grupo madrileño el que se puso su talento musical al servicio de una de las canciones más especiales del año: Tú que vienes a rondarme.

Magia en estado puro y sonrisa en la boca. La música, solo la música tiene esa capacidad de sorprender y hacer feliz a la gente. Después de la sorpresa -es de suponer que en Madrid también las habrá-, el concierto encaró su recta final con unos León Benavente todavía más inquebrantables y espectaculares. Maestros Antiguos, Aún no ha salido el sol y un fin de fiesta atómico con Ser Brigada que nos dejó a todos atónitos y sin palabras. Y, sobretodo, con ganas de más.
SETLIST
- Tipo D
- California
- La Ribera
- Se mueve
- La vida errando
- Ánimo Valiente
- Revolución
- Estado provisional
- Todos contra todos
- Gloria
- Celebración
- La Palabra
- Habitación 615
(BIS)
- Tú que vienes a rondarme
- Rey Ricardo
(BIS)
- Maestros antiguos
- Aún no ha salido el sol
- Ser brigada
FOTOS: Ignasi Trapero