Qué nos dice… Juno

No abundan las posibilidades de hablar en directo y sin pantalla de por medio con artistas en tiempos de pandemia. Por eso, en Indielovers no dudamos en acudir a la llamada de Juno y sentarnos un rato a charlar con sus dos ilustres integrantes – Zahara y Martí Perarnau IV- un día antes del concierto que dieron en la Sala Barts de la mano del Festival Mil·leni.

Tras un coloquio con seguidores y periodistas -y un par de temas en acústico- hablamos sobre la música, la libertad creativa del proyecto y estos tiempos tan extraños en los que la música, pese a todo, sigue siendo salvoconducto para casi todo.

¿Explicarnos la génesis de Juno? ¿Cómo se creó todo este proyecto?

Zahara: Empezamos a hacer canciones cuando estábamos girando con Astronauta, mi gira como Zahara, para tratar de replicar la simbiosis que se produjo cuando creamos ‘Hoy la bestia cena en casa’ y hacer canciones para mí. La cosa es que cuando empezamos a trabajar en el estudio que tenía Martí nos dimos cuenta de que lo que estábamos creando tenía su propia vida y que no encajaba ni en mis canciones ni en el repertorio de Mucho. Y que no teníamos más remedio que llevarlo a un proyecto nuevo que acabó surgiendo por la presión de mi manager… y Martí recibió una llamada en la que le decía “tú no lo sabes, pero acabamos de formar un nuevo grupo”.

¿Cómo se organiza todo esto? La gira de uno, de otro, el proyecto en común…

Martí: No lo hemos pensado porque tenemos a Juno como un refugio de creatividad y libertad en lo que todo vale y está bien. Seguiremos girando con Zahara y con Mucho, haciendo discos… y no hemos pensado como lo encajaremos todo, aunque como todo en este grupo será fácil si lo afrontamos desde la naturalidad y cuando nos apetezca. Lo que sí teníamos claro es que los directos de Juno nos apetecía que fuesen en sitios especiales y propensos a la magia. Se haría extraño hacerlo en grandes escenarios de festivales. Ahora por la pandemia ya es así, pero nos gustaría mantener esa cosa especial cuando vuelva la normalidad. Si es que vuelve.

Zahara: Pasa una cosa muy bonita relacionado con lo de cómo nos organizamos. Lo más complicado es haber llegado a tener un tipo de vida en el que solo vivimos por, para y de la música. Lo que más nos gusta es hacer canciones y, como cuando estamos juntos surge este reto de Juno, no siento que se acaben las ideas. Cuando se acaban las ideas para mí, aparece Martí con las suyas y nunca se agotan las ideas. Y es maravilloso. No para de entrar y salir energía musical.

¿Habéis vuelto a componer para cada uno al margen de Juno? ¿Habéis notado la diferencia?

Zahara: No ha habido que cambiar el chip porque salió solo. Juno tiene tanta personalidad y nosotros por separado también como que cuando comenzaron a salir canciones para mi próximo disco tenía claro que eran para mi próximo disco, nunca dudé de si esto debería ir a Juno o a Zahara. Y a la hora de trabajar también es muy distinto porque en Juno sí todo fluye porque compartimos la idea de todo desde el inicio, tanto música como letra, para mi próximo disco todo viene de una idea que yo termino y él interviene como productor porque lo ha producido él. Pero al final son mis canciones y mi historia y cuando produce yo le dejo hacer.

Martí: Yo sí noto, y que para mí es muy positivo, que los dos tenemos una personalidad muy marcada y se nota que es Perarnau o Zahara… pero todo lo demás viene de sitios tan diferentes que también lo noto.

Me gusta que en muchos sitios reivindicáis la libertad en tiempos en los que, precisamente, muchas de ellas se están yendo al garate y no deja de ser complementario y necesario…

Martí: Antes de la pandemia nuestras libertades ya estaban en juego y ahora con la pandemia todavía más. En esto de tratar de mantener nuestra libertad musical la música es un refugio único. Y especialmente en esta época de la pandemia me ha dado la vida el tener un objetivo vital como levantarse y hacer canciones porque cuando nos quitaron la posibilidad de hacer conciertos tomamos la decisión que tomaron los Beatles de abandonar los directos, aunque la nuestra fue obligada. Pero me lo tomé con filosofía hablando con mi padre, que es escritor, y que me decía que recordaría esta época como aquella en la que pude dedicarme a crear y componer.

¿Realmente se puede crear un proyecto nuevo y ser realmente libres?

Martí: Pensábamos que sí, esa era la intención. Pero al final te das cuenta de que hay ciertas cosas que hay que hacer. Pero dentro de lo que cabe creo que somos muy afortunados porque hemos tomado las decisiones correctas en nuestra carrera, no sé muy bien cómo. De tener nuestro propio sello, de tener un manager como el nuestro que es está más chalado que nosotros… ¿Qué hay que hacer ciertas cosas para cumplir con la industria musical? Sí, pero dentro de eso creo que tenemos la suerte de ser dueños de nuestras carreras y de hacer casi siempre todo lo que queremos.

Zahara: La cosa fue “vamos a hacer lo que nos apetezca” y la verdad es que hasta ahora lo estamos consiguiendo. Y sí hay una libertad creativa que no es que no la tengamos en Mucho o Zahara, pero sí lo comentábamos antes hablando que al final hay unas estructuras o unos retos que cada uno se pone y, sin embargo, en Juno era todo una página en blanco cada día. Nunca nos paramos a pensar si la canción tenía que gustar a alguien, si tenía que tener estribillo, si tenía que ser un hit o un single… En ese sentido si que había mucha más libertad que en mi proyecto, por ejemplo, que tengo clara la estructura y el orden. Aquí todo era mucho más sensorial.

Para alguien que siempre ha sido contrario a la electrónica, Juno es una buena manera de tirarnos los prejuicios abajo…

Martí: Esto que te pasa a ti a mí también me pasó. Cuando vi a Daft Punk no podía creer, en mi ignorancia, que esos dos robots estuvieran haciendo la música que más me emocionaba de mundo. No entendí nada, pensaba que estaban jugando a la Play. ¡Ese día me cambió la vida! Abandonar ese prejuicio es un viaje difícil que se hace investigando y entendiendo cómo se hacen las cosas. Por eso, para nosotros es importante que se vea todo lo que hacemos y que se sienta igual de vivo que cuando alguien toca una guitarra o cualquier otro instrumento.

Zahara: De hecho, hay muchos conciertos que no son de música electrónica en los que hay mucha menos alma o muchas más cosas pregrabadas que se lanzan que en este. Al final, esa asociación a la frialdad está mucho más integrada en otros estilos de música que en la música electrónica pura. Si al final te das cuenta de cómo funciona un sintetizador no puede haber nada más vivo porque tienes que moverlo. Una vez lo descubre, hablo de mí caso y de venir de toda la vida de las acústicas, esto ha sido un descubrimiento brutal que me ha hecho amar estos instrumentos mucho más de lo que puedo amar a mi instrumento de toda la vida porque no paran de ofrecerme cosas, de obligarme a estudiar y entenderlos.

Entiendo que Juno entonces es realmente un reto….

Zahara: Bueno, es que yo antes de cada bolo siempre digo que no quiero tocar, por qué estoy haciendo esto… Pero luego el aprendizaje ha sido precioso. Pero además es que después las peores que toco en el bolo son las que hago con la guitarra.

Entran muchas ganas de concierto. ¿Qué se van a encontrar los asistentes a un concierto de Juno?

Martí: No se van a encontrar ninguna canción ni de Zahara ni de Mucho. El disco de Juno dura 40 minutos, pero el concierto es de 75 minutos y hemos planteado un viaje musical en el que todas las canciones están enlazadas. Hay mucho hueco para la improvisación y el desarrollo de todas esas partes instrumentales, vocales o de electrónica que no cabían en el disco. Así que hay una especie de desarrollos nuevos que no existen en el disco y que cada día son diferentes. Así que realmente lo que verán es a dos freaks pasándolo teta y generando momentos nuevos e inesperados también para nosotros, que buscamos bastante el accidente.

No podíamos dejar pasar la ocasión para preguntar ‘Merichane’ y la gran acogida que ha tenido. ¿Cómo lo estás viviendo?

Zahara: Pues está siendo muy muy fuerte porque es una canción que mientras la hacíamos intuíamos que habría muchas mujeres que conectarían con ella, aunque me lo esperaba con cosas más comunes como las de volver a casa con las llaves en la mano. Pero no me podía imaginar que hubieran tantos “yo estaba ahí” que conectaran con la parte más terrible de lo que hablo en la canción. Tuvimos tres días de no conseguir procesarlo. Solo lloraba entre la felicidad de ver que la gente conectaba conmigo y de la tristeza al preguntarme cuándo se va a acabar esto. Lo más bello fue que encontraron en mi instagram y en los post que colgaba en un lugar en el que contar sus propias historias y se convirtió en una especie de Me Too natural. Desde aquí le doy las gracias a todas esas mujeres y hombres que han contado sus historias en mis redes porque es un lugar de seguridad en el que no hay ningún tipo de juicio.

Tags from the story
, , ,
Escrito por

Periodista y alma viajera. Me gusta el movimiento y no entiendo la vida sin música. Conciertos y viajes son mis placeres culpables

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *