No era un año fácil para el Vida Festival. En su sexta edición, el festival de Vilanova i la Geltrú coincidía en el mismo fin de semana con el Cruïlla (retrasado para evitar la coincidencia con un Dr. Music Festival que finalmente se canceló), y por si fuera poco, la misma tarde del inicio tuvo que anunciar la cancelación por enfermedad de uno de sus principales cabezas de cartel: Beirut. Y a pesar de la lógica decepción de los fans que tenían a la banda de Zach Condon entre sus principales objetivos en estos días en la Masia d’En Cabanyes, el festival no se ha resentido. Y es que, un año más, el cartel era exquisito, y lleno de propuestas interesantes y variopintas, haciendo realmente complicada la tarea de cuándo encontrar el hueco entre concierto y concierto para ir a cenar y descansar un poco las piernas.

Nuestro Vida 2019 comenzó con uno de los conciertos que más ganas teníamos de ver: el de la australiana Julia Jacklin. Bajo un terrible sol que nos hizo sufrir doblemente (por el calor propio en nuestros cuerpos, y por verla a ella al borde de la lipotimia “sudando mientras cuento mis penas ante desconocidos”), Jacklin y su banda supieron llevar sobre el escenario su bonita propuesta de indie folk atemporal que refleja su último y notable ‘Crushing’. Como ya hizo en el Secret Vida, Jose González salió al escenario con la única e inestimable compañía de su virtuosismo dactilar, que se puso al servicio de su bellas canciones en solitario, alguna de Junip (‘Line Fire’), o versiones de Massive Attack (‘Teardrop’), Beatles (‘Blackbird’) o Al Green (‘Let’s Stay Together’). Mientras Él Mató A Un Policía Motorizado le ponían electricidad a la Masia, El Petit De Cal Eril le daba a la energía oscura de su último disco en La Cabana, justo antes de uno de los grandes shows del festival (para algunos, por sorpresa): Fat White Family se sacó de la manga un arsenal de registros que van desde lo festivo a lo agresivo, y se alzaron como una de las bandas más completas y triunfadoras de este Vida 2019 a base de ese rock de difícil descripción si no es lo que te dicten tus oídos. Curiosidades de los horarios, justo después tocaron Sleaford Mods (o mejor decir recitaron/rapearon), con quienes protagonizaron una polémica de declaraciones cruzadas meses atrás. Cala Vento presentaron su ‘Balanceo’ en La Cova, y el fin de fiesta de nuestra jornada inaugural lo pusieron Hot Chip, en un concierto festivo, hedonista y con una impresionante versión del ‘Sabotage’ de Beastie Boys que fue la guinda a temas propios como ‘Over And Over’ o las nuevas ‘Spell’, ‘Melody Of Love’ y compañía.

Lo del viernes fue un toma y daca sin fin, en una de las jornadas más completas de la historia del festival, aún con la baja de Beirut. Empezamos prontito con la delicada sensibilidad del australiano Didirri y sus tragicómicas historias de exnovias a las que llevarles una canción o un café en el momento más inoportuno (si todavía no has escuchado su EP ‘Measurements’, ya tardas…). El dream pop de Honolulu nos hace pensar (y mucho) en Beach House, y confirma lo que ya te habíamos explicado meses atrás en nuestro twitter: ‘Bats’ es un temazo con un potencial tremendo. Poder ver a Kevin Morby en la proximidad de El Vaixell es uno de esos lujos que sólo se pueden vivir en el Vida. En su “primer concierto sobre un barco en tierra firme”, el norteamericano se vistió de Reed o Dylan para cantar canciones de su reciente ‘Oh My God’ o clásicos de su repertorio como ‘I Have Been To The Mountain’, acompañado por el trompetista Hermon Mehari y, en 3 canciones, por Katie Crutchfield de Waxahatchee, con la que rindió tributo al fallecido Jason Molina (Songs:Ohio, The Magnolia Electric Co) en canciones como ‘The Dark Dont Hide It’ o ‘What Comes After The Blues’. Como ya hizo meses atrás en l’Antiga Fàbrica Damm, Marlon Williams volvió a regalarnos una demostración de clase, carisma, presencia escénica y voz privilegiada (y provocó la locura en algunas fans apasionadas venidas desde Valencia…). Sonaron canciones del maravilloso ‘Make Way For Love’ (como las infalibles ‘What’s Chasing You’, ‘Party Boy’, ‘Nobody Gets What They Want Anymore’…), otras anteriores como ‘Vampire Again’, o nuevas como ‘Being Somebody’ y la primera que ha escrito en su lengua natal, el maorí. La impresionante ‘When I Was A Young Girl’ en solitario coronó un recital en todos los sentidos del neozelandés.

Con la reubicación de horarios y escenarios, Sharon Van Etten pasó a tocar en el principal, y demostró que lo podía hacer a la perfección y ponerse la corona de reina del festival. El suyo fue un show mayúsculo, con un sonido imponente que te lleva a clásicas del sonido americana y country como Lucinda Williams y similares. Tanto cuando cantó canciones de su último álbum como ‘Jupiter 4’ o ‘Seventeen’ acompañada de su banda (Heather Woods en teclados y coros…), como cuando se sentó sola al piano para hacer una versión de Sinead O’Connor (la preciosa ‘Black Boys On Mopeds’), Van Etten demostró haber crecido como artista respecto a visitas anteriores, y nos hizo olvidar a los ausentes. A la noche todavía le quedaba mucha metralla: como la de los dublineses Fontaines D.C., que en escasos tres cuartos de hora provocaron pogos, sudores y emociones con las canciones de su reciente debut, ‘Dogrel’ (del que nos hablaron en una entrevista que podrás leer en esta web en las próximas semanas): el cantante Grian Chatten parece la viva imagen de Ian Curtis (estéticamente, y por sus tics y gestos nerviosos en el escenario), y la banda dispara canciones de gran pegada y aire punk rock como ‘Sha Sha Sha’, ‘Boys In The Better Land’, ‘Big’, ‘Hurricane Laughter’, ‘Liberty Belle’, ‘Too Real’… con las que es ‘fácil’ revolucionar al personal. Muchas ganas de volverlos a ver en otoño en sala pequeña. A Temples les habíamos visto meses atrás en el Secret Vida y volvieron a sonar igual de engrasados y psicodélicos, pero incorporaron dos canciones del que será su nuevo disco: la que da nombre al álbum, ‘Hot Motion’, y también ‘Holy Horses’ (tal y como nos explicaron en otra entrevista que podrás leer en esta web próximamente). Y la maratón todavía no acababa aquí, porque teníamos una cita con los históricos Superchunk. Los de Mac McCaughan parecen no sentir el paso de los años y dieron un concierto lleno de energía, pasión y rock vitaminado que empezaron con un guiño (‘Trees Of Barcelona’) y ese pepinazo de su último disco que es ‘What A Time To Be Alive’, pasando por diversos momentos de 3 décadas de trayectoria dedicada al noise rock (y nos trasladaron a aquellos maravillosos 90…). Ya desde hace un tiempo sin la bajista Laura Ballance en los escenarios por sus dolencias de oído, los norteamericanos dejaron un gran sabor de boca y acabaron a lo grande, con ‘Hyper Enough’ y ‘Slack Motherfucker’.

El sábado no queríamos perdernos a Stella Donnelly, y menos mal que cumplimos nuestro deseo: la australiana brilló en la oscuridad de unos nubarrones amenazantes que parecían simbolizar la oscuridad de alguna de sus letras. Pero Stella lo hace todo radiante, con una sonrisa y unas buenas vibraciones constantes, ya sea cuando se pone a bailar junto a uno de sus compañeros de banda una desenfadada coreografía absurda para ‘Die’, como al meterse con el propietario del bar en el que trabajaba en ‘You Owe Me’, como cuando admite que a su madre no le gustó la letra de ‘Mosquito’ en el que admite usar un vibrador pensando en la persona amada. El rostro sólo se le pone serio cuando reivindica la libertad de las mujeres y romper con los prejuicios generalistas sobre los hombres en la preciosa pero terrible ‘Boys Will Be Boys’. En mitad de la canción las nubes cumplieron su amenaza, y esos escasos minutos de lluvia estuvieron a punto de acabar antes de tiempo con el show, aunque volvieron para rematar con ‘Tricks’. Lo mismo pasó con Ferran Palau (acompañado por su primo Jordi Matas), que hizo varios conatos de marchar antes de tiempo d’El Vaixell por razones de seguridad cuando la lluvia empezó a caer. El artista catalán hipnotizó a un bosque tan lleno como el día anterior con Kevin Morby, y aprovechó también para regalarnos una canción del que será su próximo disco, ‘Kevin’, previsto para otoño.

Escuchamos de fondo a Gus Dapperton resguardados en el bosque, antes de pasarnos por La Cova para ver a Molly Burch. Un show que empezó tarde por los retrasos provocados por la lluvia, y que pagó un mal sonido que no hacía justicia a la delicadez de la propuesta de la norteamericana. Optamos por pasarnos por Nacho Vegas, acompañado por músicos de León Benavente, y con ese discurso político y reivindicativo que ya forma parte del ADN del asturiano. La suma de The Charlatans + Madness atrajo a público británico, y admito que se hizo extraño ver foráneos en un festival que suele estar copado por espectadores locales. Los de Tim Burgess (y su peinado de príncipe de Beukelaer…) tiraron de clásicos como ‘Weirdo’, ‘One To Another’, ‘Just Lookin’ o su himno ‘The Only One I Know’ para tratar de seducir al público, y aunque lo consiguieron parcialmente, tuve la misma sensación de ralentí y fatiga que el año anterior con Franz Ferdinand. Algo similar pasó con el ‘One Step Beyond’ con el que los históricos Madness abrieron su show. Los de Suggs dieron un concierto festivo aunque algo irregular, pero que acabó a lo grande con pogos, ska y diversión con ‘House Of Fun’, ‘Baggy Trousers’, ‘Our House’ o ‘It Must Be Love’, antes de un bis con ‘Madness’ y ‘Night Boat To Cairo’. Y sí, más de uno, de dos y de tres acabamos recordando y citando a ‘The Young Ones’ mientras escuchábamos a la banda. Antes de poner el fin de fiesta con los DJs, Carolina Durante mostraron por qué son una de las bandas de moda en festivales, con una propuesta enérgica que avanza entre los himnos de su reciente debut. Afortunadamente, pocos Cayetanos vimos por la Masia d’En Cabanyes, en un Vida que se reafirma año tras año como una de las citas ineludibles y de las experiencias más disfrutables del verano musical.

El festival anunció también que este jueves día 10 de julio se pondrán a la venta los primeros abonos para su edición 2020, del que ya han anunciado un primer artista: Destroyer, la banda del canadiense Dan Bejar. En diciembre también está prevista en la Finca Mas Solers la segunda edición del Secret Vida.