Vaya por delante que Vetusta Morla es uno de esos grupos que considero ‘casa’. Un grupo al que regresar siempre. Y tenía ganas, ganas de regresar a uno de sus directos. Tan incontestables e impecables. Tan capaces de erizar la piel y generar un torbellino de emociones. Siguen haciéndolo, aunque debo confesar que el Palau Sant Jordi se me hizo demasiado grande. No para ellos, sino para mí.
Los conciertos son también una cuestión de estado de ánimo y el mío pedía la intimidad e intensidad de una sala pequeña. Tal vez también sea cuestión de romanticismo. De sencillez y cercanía, aunque tengo que decir que la exhibición de poderío y talento de los madrileños acabó por convencer a mis ganas.
El salto mortal de Vetusta Morla ha sido de todo menos pequeño en los últimos tiempos. Al alcance de pocos grupos en tan solo diez años, los que este 2018 se cumplen de ‘Un día en el mundo’. Sigue siendo para muchos la referencia, pero lo que se vio el sábado en el Sant Jordi va mucho más allá del efectismo de sus primeros tiempos. Canciones cortas y directas se entrelazaban con la sinuosidad de ‘Mismo sitio, distinto lugar’ y un espectáculo de luces que le dio a Vetusta Morla y al show tintes de clásico moderno. Van hacia allí. Directos a convertirse en uno de los grandes referentes de la música nacional. Por talento, pero también por el cada vez más multitudinario público que arrastran a sus conciertos.
Se podría decir que los madrileños son los mismos, pero distintos. Tal vez, por eso, arrancaron la noche con cuatro de sus nuevos temas. ‘Mismo sitio, distinto lugar’, ‘Deséame suerte’, ‘El discurso del rey’ y ‘Palmeras en la mancha’ fueron el preludio de una conexión y entrega por parte del público que empezó a coger forma con ‘Golpe Maestro’. Una explosión de sonido, guitarras y voz que acabaron por romper el frío o el respeto que impone un Palau Sant Jordi casi lleno. Desde entonces, los discos y los himnos fueron mezclándose. ‘Cuarteles de invierno’ con ‘Copenhague’; ’23 de juio’ con ‘Al respirar’ y así hasta un total de 25 canciones. Con ‘Te lo digo a ti’ llegó uno de los momentos álgidos de la noche con un Pucho más incorrecto que nunca. Peluca, baile y el final del primer acto del concierto con ‘Fiesta Mayor’.
Fue entonces momento para coger aire, repasar esos temas que habían caído del repertorio habitual – ‘La Cuadratura del Círculo’, por ejemplo- para dar cabida a los nuevos temas. Señal inequívoca de éxito y buen trabajo. ‘Consejo de sabios’ dio inicio al bis y al cierre de la noche. No hubo sorpresas. No las hay en ese sentido desde hace dos giras. Mismo final con ‘El Hombre del Saco’ y ‘Los días raros’. ¿Existe una canción mejor para terminar un concierto de Vetusta Morla? La respuesta es claramente No.
‘Los días raros’ es una de esas canciones de piel de gallina y gritos hasta quedarse sin aire. Una canción de esas que te dejan con la sonrisa en la boca y ganas de más. Incluso para alguien que hubiera preferido disfrutar del talento de Vetusta Morla en una sala pequeña. Y es que, como os comentaba antes, los de Tres Cantos son un seguro de vida musical. Emocionan en mayor o menos medida, pero siempre emocionan. No fallan. Son Vetusta Morla.