Tras el bolazo que se marcaron un par de semanas antes Life en la misma sala, llegábamos a la sala Sidecar de Barcelona con muchas ganas de dejarnos atropellar nuevamente por otra banda joven, fresca y contundente como son Priests. Tras su concierto en el Primavera Sound de 2017, el trío de Washington llegaba con cambios en la formación y un nuevo disco, ‘The Seduction Of Kansas’, que supone un paso adelante en su sonido. No llegamos a tiempo para volver a disfrutar de las Aloha Bennets, así que toda nuestra atención se centró en las estadounidenses, en un concierto corto pero directo.

Lo primero que llama la atención de Priests ya antes de tocar es su presencia. Aunque esa noche no llevaba su habitual traje de leopardo, la vocalista Katie Greer desprende carisma antes de abrir la boca, con vestido y guantes azules, ojos claros y rubio platino a lo estrella del cine de Hollywood de los 50. A su derecha, G.L. Jaguar prepara su seis cuerdas como un anti guitar hero (lo que le hace doblemente atractivo), como una especie de Carlos Areces de La Hora Chanante coronado por un sombrero de cowboy, todo vestido de negro. En la batería, Daniele Daniele vestida de verde, concentrada y sonriente. Y tras la marcha de Taylor Mulitz, enfundada en un mono blanco, discreta y con un semblante más vergonzoso escondido tras su melena oscura, la bajista Anna Nasty completa el cuarteto. Todo a punto, que suene la música…


…y el show empieza como lo hace su disco, con el torbellino sónico que es ‘Jesus’ Son’ y Katie dejándonos claro que no va a parar ni un momento con un único objetivo: hacernos mover, sudar, olvidar, pero también reflexionar. Porque detrás de esas canciones de post-punk que se retuerce y hace retorcer tus caderas, también se retuercen las ideas. Y es que esa seducción de Kansas destapa las miserias de su país y de su miserable presidente y de los miserables que le votan. Nada que no conozcamos o no nos toque vivir también aquí, vaya. Pero siempre será más agradable reflexionar al respecto con una sonrisa y bailando canciones que me llevan a recordar aquellos maravillosos años y canciones de las no menos fantásticas (y ya lejanas) Long Blondes.
El concierto avanza y no se limita a las canciones del nuevo disco. También hay espacio para balas afiladas como ‘Doctor’, de aquél inicial ‘Bodies And Control And Money And Power’. Hay muchos estímulos visuales sobre el escenario que se mueven al son de la música, pero los ojos se van constantemente a Katie, que desprende atrevimiento, desafío, carácter y desparpajo. Y es un regalo para los fotógrafos, con ese abanico de gestos, poses y expresiones que son pura actitud. Daniele coge el protagonismo en ‘I’m Clean’ y sale al frente mientras Katie ocupa su lugar en la batería, en un momento en que las revoluciones por minuto bajan un poco. Pero todavía hay tiempo para que el concierto siga subiendo in crescendo, de menos a más, tras los problemas técnicos de Anna y su bajo.

Vuelta al pasado, y vuelta a la oscuridad con protagonistas con nombre de mujer: ‘Leila 20’ y su nervio epiléptico, y la fantasmagórica ‘Nicki’ y sus ritmos sincopados. Sin movernos de ‘Nothing Feels Natural’ y sus penumbras, ‘No Big Bang’ deja el show en bandeja para rematarlo con la estocada final: tras ‘Texas Instruments’, la rabia casi rockabilly de ‘JJ’ alza la guitarra de G.L. al aire y ‘Control Freak’ completa el zarandeo final mientras la gente hace pogos sin darse cuenta de que, como las mejores cosas, aquello ha llegado a su fin. Lo bueno, si breve, es una putada que te deja con ganas de más.

Setlist:
- Jesus’ Son
- The Seduction Of Kansas
- Doctor
- I’m Clean
- 68 Screen
- Good Time Charlie
- Youtube Sartre
- Lelia 20
- Nicki
- No Big Bang
- Texas Instruments
- JJ
- Control Freak