Life (Sidecar, 16/10/19)

Arden las calles, respondiendo a la llamada salvaje de energúmenos con casco y porra que escriben con sangre artículos de rancio tufo preconstitucional a base de bolazos de goma, como todo aquél que ha perdido razón y autoridad. Un pueblo (o parte de él) se subleva al terror del Estado y le declara la guerra, con perseverancia naïf y adoquines postapocalípticos. Y entre el caos hostil, emerge la figura de 4 jinetes de Hull, a caballo de ritmos rotos y una agresividad que casa con los tiempos que vivimos. Hablen de política, seres vulnerables o de salud mental. Mez brilla con luz propia, aunque sea una luz oscura y tenebrosa. Haya nacido de Ian o de Jarvis, el personaje surge a la superficie con poderío histriónico, y colección de poses y miradas que provienen de otro mundo, o de otra dimensión química. ‘Excites Me’ hace lo que promete con nuestros instintos, y los remueve en una coctelera post-punk que no parará de agitarse en la próxima hora. Lydia mira intensa y saca altos ritmos de su bajo, en un juego de significados opuestos. Mick dispara guitarrazos que podrían servir de combustible para quemar 50.000 contenedores con los que ver brillar tus ojos, como reza la pintada. Y vaya si los veo brillar, mientras pasa gente rebotada de un pogo de nobles contactos donde se mezclan sudores propios y ajenos. Mientras Stew pone a prueba nuestra capacidad torácica y la elasticidad de nuestros cuellos, Mez ya ha bajado al público a contagiar su locura y entonar el mantra de que no volverá a amar jamás.

Encuentros, besos y abrazos entre la anarquía de una sala que gira a toda velocidad, como una lavadora que lava y centrifuga toda nuestra mierda diaria. Señoras y señores, entren ustedes en Sidecar manchados hasta las entrañas, y salgan limpios, depurados y con el alma oliendo a Aloe Vera. Canten ‘It’s A Con’ con todas sus fuerzas para expulsar la rabia del que sabe que esta presunta democracia también es una farsa. Conozco mis derechos, ¿conoces tú los tuyos? ‘Don’t Give Up Yet’, y seamos constantes y perseverantes desafiando a la rendición con la hostilidad legitimada por su violencia. Enseñemos los dientes, afilemos las uñas, y mordamos sus vísceras llenas de soberbia intolerante. Ni Coca-Cola, ni McDonalds ni la cocaína lo harán. ¿Has sentido alguna vez la lluvia en Japón? El único/ la única que puede hacerlo eres tú. Lydia se sube a la batería y sonríe. Hagamos nosotros lo mismo y pateemos a carcajadas los uniformes del odio cobarde. Necesito tu atención. Amo tu fibra moral. Adoro a estas criaturas juveniles, y el poder de la música popular. That’s Life, baby, that’s Life…