The Murder Capital (La 2 d’Apolo, 24/10/23)

The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

En los últimos años estamos viviendo una auténtica explosión musical de bandas jóvenes llegadas desde las islas británicas en espectros sonoros cercanos al punk, el post-punk, la new wave, el math-rock y similares. Tras locomotoras como Idles o Fontaines DC, han explotado decenas de grupos de esta generación que ha crecido a un solo click de poder escucharlo todo, absorbiendo como esponjas a clásicos como los Sex Pistols, Joy Division, Wire o The Fall, pero también a sus propios coetáneos, generando una enorme espiral que se retroalimenta a sí misma: Dry Cleaning, Shame, Black Country New Road, Squid, Black Midi, Yard Act, Mush, Life, TV Priest, Gilla Band, Sorry, Porridge Radio, King Hannah, Sports Team, Just Mustard, Working Men’s Club, W. H. Lung, Deadletter, Scum, Drahla, Bar Italia… el listado sería inacabable y estaría repleto de brillo, chispa y energía juvenil desbocada. A muchas de estas bandas habíamos tenido la suerte de disfrutarlas ya en salas y festivales, y la noche del martes en La 2 de Apolo tocaba quitarnos la espinita de los irlandeses The Murder Capital, a los que nos perdimos en el Primavera Sound de 2022.

Soak (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Pero antes, íbamos a viajar metafóricamente hasta Derry (o Londonderry, según sea tu afinidad política), en Irlanda del Norte, para encontrarnos con Soak. O lo que es lo mismo, el alter ego artístico de Bridie Monds-Watson, artista no-binaria de 27 años (aunque parezca mucho más joven) con 3 discos ya a sus espaldas, y que había visitado Barcelona previamente en el Primavera Sound 2015. La suya es una propuesta diametralmente opuesta a la banda para la que abría, al menos en lo formal, si bien puede haber coincidencia en las angustias juveniles y la búsqueda de la propia identidad que se esconden en las letras de las canciones. Ahí está, por ejemplo, el tema con el que abrió su breve set de tan sólo 5 canciones, ‘B a noBody’ (“The teenage heart is an unguided dart“). Fue un repertorio íntimo y lleno de una delicadeza extrema, limitado a la guitarra y esa dulce voz con la que ponerle un envoltorio de colores a un contenido amargo, como para hacerlo más digerible. Agradeció el silencio respetuoso de la mayoría, y estrenó temas nuevos como ‘Speed’ o ‘Suburu’, para rematar con un ‘Death Valley’ que es una excelente metáfora de lo letal que puede llegar a ser nuestra mente desafiando a nuestra propia cordura.

The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Salieron The Murder Capital con la sala ya bastante más llena, y los versos de ‘The Stars Will Leave The Stage’ (“We lie to keep alive the secret. To hold the past in place“) fueron la perfecta carta de presentación de lo que estaba por venir. Y es que los dublineses arman sus canciones sobre imágenes poéticas que supuran desencanto y cinismo, como un simple escudo en el que protegerse de un presente y un futuro para nada alentadores. James McGovern es un frontman clásico, distante y desafiante, si bien hay momentos que cuesta creerle esa pose un tanto excesiva y artificiosa. Lo mismo pasa con el bajista, Gabriel Pascal Blake, perdido tras unas gafas de sol y gestos exagerados y teatrales. Mucho más discretos pero tremendamente efectivos se muestran el guitarrista Damien Tuit, Cathal Roper a la otra guitarra y teclados, y esa bestia parda de la batería que es Diarmuid Brennan. Juntos, los cinco conforman un combo poderoso, versátil y de múltiples aristas.

The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Y es que el quinteto dublinés es capaz de llevarte de la energía de ‘Return My Head’ (que tanto me recuerda a The Walkmen), a una particular canción de amor como ‘A Thousand Lives’, o al salvajismo punk de aquellas canciones imprescindibles de su primer disco que provocaron los primeros pogos del público más joven, como ‘More Is Less’ (“If I gave you what you wanted, you’d never be full“) o ‘For Everything’ y su primitivo ritmo de batería que podrían haber firmado los primeros Sonic Youth. Pero el poliedro sonoro de The Murder Capital no acaba ahí, y son capaces de volver a romperte la cintura con el último single estrenado hasta la fecha, ‘Heart In The Hole’, en el que parece que Paul Banks baile con Thom Yorke en mitad de la noche. Y podríamos seguir con esos zig-zags estilísticos que podrían ser un terrible pastiche pero están perfectamente ensamblados, de manera que dos discos tan distintos como ‘When I Have Fears’ (2019) y ‘Gigi’s Recovery’ (2023) son perfectamente identificables e imputables a los mismos autores. Y eso tiene mucho mérito.

The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Tras una parte central del set en que reconozco que perdí un poco el hilo del concierto, ‘Green & Blue’ fue el salvavidas perfecto para sacar la cabeza de debajo del agua y volver a respirar: el ritmo agotador de batería del incansable Brennan te hipnotiza para que Roper te inyecte en vena esa guitarra que te lleva de viaje a los primeros U2, y cuando entran el bajo y la voz iancurtista de McGovern florece en la sombra una composición mayúscula y creciente. También desde las sombras se manifiesta, imponente, ‘On Twisted Ground’, erguida sobre un loop de bajo y esa letra translúcida, que se intuye más que se entiende, pero que acaban gestando un momento de enorme belleza (“I can’t watch it all. As it’s left like this. So the moment folds. Into permanence… For the question now. Will we always be. On the twisted ground. Of our horrid dreams?“). Quizás el momento más intenso de la noche, sin necesidad de grandes descargas de decibelios.

The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Y si hablamos de decibelios, aún quedaban unos cuantos por descargar. ‘Feeling Fades’ fue el segundo momento de locura colectiva, y fue ahí cuando McGovern se lanzó al público, reptó sobre las cabezas de la gente, y como ya hiciera Charlie Steen de Shame 7 meses atrás, se colgó con las piernas de una de las tuberías del techo, cabeza abajo como un murciélago, y siguió cantando, como poseído por la energía desbordante del momento. Ese sí fue un gesto creíble, auténtico y espontáneo que provocó la euforia comunal para desatar el final del show. Y es que, en cuanto el vocalista recuperó su posición sobre el escenario, el quinteto atacó su canción más redonda, ‘Don’t Cling To Life’, para acabar de detonar el desenfreno que ya se había apoderado de la sala minutos antes, al grito de “Failing this, let’s dance and cry. Failing this, let’s dance and cry“. Y como un frenazo para volver a la vida real y a la reflexión sobre tus deseos y conveniencias, ‘Ethel’ le puso el punto y final, sin bises ni teatros, a una noche de poesía agreste, de escepticismo autodestructivo y de salvajismo taciturno. La noche de convertir Apolo en la capital de los sueños asesinados por una realidad nauseabunda y que no tiene nada de distópica. Lamentablemente…

The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

 

Setlist Soak

  • B a noBody
  • Last July
  • Speed
  • Suburu
  • Death Valley
Soak (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Setlist The Murder Capital

  • The Stars Will Leave The Stage
  • Return My Head
  • A Thousand Lives
  • More Is Less
  • For Everything
  • Heart In The Hole
  • The Lie Becomes The Self
  • Crying
  • We Had To Disappear
  • Green & Blue
  • On Twisted Ground
  • Gigi’s Recovery
  • Feeling Fades
  • Don’t Cling To Life
  • Ethel
The Murder Capital (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Escrito por

Rarito como un tema de Sonic Youth; me excito con el ‘Psycho’ de los Sonics; si me cabreo, Pistols, RATM, Sandré, riot grrrls o Los Punsetes; me ponen igual soul, r’n’b, ye-yé, garaje, punk, r’n’r, indie o brit-pop. De mayor quiero ser Patti Smith, Iggy o John Waters. Ateo hasta que conocí a PJ HARVEY. Fui negro en otra vida… y hago el impostor como periodista musical y deportivo en radio, TV, webs y revistas varias.

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