Sónar de día 2022 (16-18/06/22)

Maria Arnal i Marcel Bagés (Foto: Meritxell Rosell)
Maria Arnal i Marcel Bagés (Foto: Meritxell Rosell)
Maria Arnal i Marcel Bagés (Foto: Meritxell Rosell)
Polo & Pan (Foto: Meritxell Rosell)
Polo & Pan (Foto: Meritxell Rosell)
Louisahhh (Foto: Meritxell Rosell)
Ivy Barkakati (Foto: Meritxell Rosell)
For Those I Love (Foto: Meritxell Rosell)
Kiddy Smile (Foto: Meritxell Rosell)
La Chica (Foto: Meritxell Rosell)
Morad (Foto: Meritxell Rosell)
Morad (Foto: Meritxell Rosell)
Nu Genea Live Band (Foto: Meritxell Rosell)
Eris Drew b2b Octo Octa (Foto: Meritxell Rosell)
Lyra Pramuk (Foto: Sónar)
VVV [Trippin’you] (Foto: Sónar)
Depresión Sonora (Foto: Sónar)
Rojuu (Foto: Sónar)
Niño De Elche (Foto: Sónar)
Samantha Hudson (Foto: Sónar)
Pongo (Foto: Sónar)
Eartheater (Foto: Sónar)

Después de dos años ausente, el Sónar ha recuperado los números de asistencia pre-pandémicos (122.000 espectadores) y ha cerrado la edición de 2022 con buenas sensaciones. Identificado bajo los conceptos ingleses de ‘Music, Creativity & Technology’, el festival barcelonés de música electrónica de este año se ha caracterizado por un programa consistente de actuaciones nacionales e internacionales. La atención dada a las propuestas locales ha provocado que el 70% de espectadores sea de aquí, a diferencia de la mayoría de público extranjero congregado en el reciente Primavera Sound. El Sónar sigue llamando la atención a una audiencia eminentemente local y este aspecto es del todo remarcable. 

 

Tarta Relena (Foto: Sónar)

Nuestra crónica se detiene exclusivamente en las jornadas del día aunque, lamentablemente, tan sólo pudimos acudir el viernes y el sábado. Por circunstancias personales derivadas de los efectos del ómicron no estuvimos en la primera jornada del festival. Parece mentira pero dos años después de su aparición, el virus, con sus nuevas variantes, sigue actuando. Una lástima no haber visto los prometedores directos de b1n0 y Tarta Relena, dos de las propuestas jóvenes más recomendables de la actualidad. Nuestro seguimiento del programa de los dos días posteriores queda resumido en la siguientes líneas:

 

Viernes 17 de junio 

IHH & Dessilence (Foto: Sónar)

A las 14h de la segunda jornada la propuesta colectiva formada por IHHH & Desilence iniciaba la programación del SónarComplex, el auditorio dedicado a acoger los espectáculos más audiovisuales y menos bailables. Carlos Falanga, con su mesa repleta de aparatos electrónicos, y Toni Sarai, con su piano de cola, produjeron una simbiosis situada entre los ritmos rotos y la música clásica. Composiciones de piano de carácter impresionista sonaron junto a vaivenes repetitivos de impulsos ruidosos herederos de la IDM más sorpresiva. En cierto modo el conjunto parecía un cruce imposible entre las notas somnolientas de Max Richter y los sonidos post-melódicos de Autechre. Visualmente el dúo Desilence iba generando imágenes abstractas proyectadas en directo en la amplia pantalla del fondo. Explosiones de píxeles de colores de formas orgánicas respondían como lienzos de manchas pictóricas que parecían drippings digitales. Una abstracción expresionista sustentada en el código binario. 

Martin Messier (Foto: Sónar)

El canadiense Martin Messier fue la sensación del día con una performance minimalista y terrorífica a partes iguales. Sustentada en un despliegue minucioso de aparatos sonoros insólitos, su propuesta destacó tanto por su sobriedad como por su intensidad. Con su espectáculo “Echo Chamber” el artista construyó ráfagas ruidosas de reminiscencias angustiantes y silencios inquietantes. La fuerza escénica venía determinada por un tratamiento impecable de luces y sombras en movimiento. Tres estructuras rectangulares similares a cajas de luz, atravesadas por una serie de piezas alargadas, producían descargas electrónicas debidamente amplificadas. Poco después una suerte de instalación hecha de hilos lumínicos estroboscópicos producía una música experimental de altas frecuencias. Si la proyección de su propia sombra en la pantalla recordaba performances del cine de vanguardia –Zen For Film (1964) de Nam June Paik u Horror Film (1971) de Malcolm LeGrice–, la concreción sonora hacía pensar tanto en Pan Sonic como en Ben Frost.

Polo & Pan (Foto: Meritxell Rosell)

De la celebrada precisión de “Echo Chamber” a la exhuberancia vocal del show “Echoluminescence”. Con él, la artista Lyra Pramuk expuso la fuerza de sus cuerdas vocales y su habilidad para generar texturas electrónicas con las que acompañarlas. Sosteniendo las notas de unos cánticos procesados con el teclado Midi y el ordenador portátil, la artista norteamericana construyó un conjunto de pasajes progresivos que iban de lo ambiental a lo tenebroso. Desplazándose animosamente por todo el escenario, esta mujer trans vestida como una nimfa,  levantó un sonido envolvente heredero tanto de las voces pop de Cocteau Twins como de las más oscuras de Dead Can Dance.

Quayola Seta (Foto: Meritxell Rosell)

Los italianos Quayola y Seta finalizaron el escenario SónarComplex del viernes con el directo más tranquilo del día. Con dos pianos sobre el escenario, debidamente monitorizadnos a través de dos portátiles ubicados en el centro, los dos músicos ofrecieron un concierto de música clásica impresionista, acompañado por bases electrónicas. Sus temas recordaron tanto a Debussy como a Stravinsky. El apartado visual consistía en la proyección videográfica de una transformación permanente de formas pictóricas de colores pastel herederas de un puntillismo y un impresionismo en clave abstracta. Fue la manera más pausada de finalizar la jornada.

 

Sábado 18 de junio

Serpentwithfeet (Foto: Meritxell Rosell)

A las 14:30h del último día de festival los desarrollos instrumentales de Pedro Vian y Mana hicieron acto de presencia en el SónarHall. Elaborando densas capas de texturas sonoras, combinadas con pasajes ambientales de ritmos repetitivos herederos de la IDM, es como la pareja ítalo-española se presentó en la sala de las cortinas rojas. Poco público, en su mayoría sentado, escuchó un set de una hora hecho de bajos profundos y pasajes hipnóticos acompañado de visuales más bien austeros. Por momentos nos hicieron recordar el directo que Oneothrix Point Never hizo en ese mismo escenario, en aquella edición de 2016.

Eli Keszler (Foto: Sónar)

A continuación nos desplazamos al auditorio donde la batería del norteamericano Eli Keszler presidía el escenario. Colaborador de figuras internacionales como la compositora y cantante neoyorquina Laurel Halo y el guitarrista australiano Oren Ambarchi, el baterista es un virtuoso de la percusión. Siguiendo la estela de improvisadores jazzísticos como Eddie Prévost (AMM) y Fred Frith (Henry Cow), Keszler despliega un asombroso abanico de recursos sonoros intercambiando baquetas, mazas y escobillas. En su actuación la hiperactividad rítmica se diferenciaba de un montaje audiovisual hecho de capturas espontáneas por enclaves urbanos. A la riqueza tímbrica de la batería se le sumaron sonidos pregrabados de instrumentos de viento, teclados y otros matices sonoros. 

Morad (Foto: Meritxell Rosell)

El rapero catalán de origen marroquí Morad hizo alterar el Sónar Park. Morad El Khattouti El Horami, del barrio de La Florida del L’Hospitalet de Llobregat, es uno de los nombres de referencia del trap actual. Con sus letras incendiarias, sus sonidos urbanos y su actitud desafiante, el joven cantante de 23 años ha alcanzado un nivel de reconocimiento inaudito; los números de visionados de sus temas en YouTube hablan por sí solos. En su directo hizo bailar y corear a un público entregado que incluyó tanto a los trabajadores de las barras como al personal de limpieza. Sonaron “Yo no voy”, “Motorola”, “Soñar” (dedicado a su hijo, que estaba en las primeras filas) y “Pelele”, con el que arremetió contra los Mossos d’Esquadra. Todo un fenómeno social cargado de valor simbólico.

Maria Arnal i Marcel Bagés (Foto: Meritxell Rosell)

Pocos minutos después Maria Arnal i Marcel Bagés se presentaron en el Sónar Hall para defender su último disco Clamor (2021) bajo un espectáculo titulado ‘Hiperutopía’. Las treinta-y-seis chicas del Cor de Noies de l’Orfeó Català, debidamente colocadas en una estructura piramidal, fueron un reclamo escenográfico imponente. La poderosa voz de Maria Arnal y su actitud entusiasta contagiaron tanto como las voces del coro y aquella otra procesada de la compositora Holly Herndon (presente también en pantalla). Sonaron “Milagro”, “Fiera de mí”, la celebrada “Ventura” (con su estribillo “Todo lo que, lo que no ves, y es”) y la más brillante de todas: “Meteorit ferit”. Los últimos cinco minutos el protagonismo lo adquirió Marcel Bagés que disparó un ritmo bailable de rasgos techno pautados por un 4×4 infalible.  

Louisahhh (Foto: Meritxell Rosell)

Nuestra última apuesta fue escuchar el directo del pionero Craig Leon. El norteamericano, acompañado de su habitual colaboradora Cassell Webb, ofreció una actuación ecléctica hecha de temas instrumentales situados entre los sonidos étnicos, cierta cadencia New Age y el techno tribal. Recuperando piezas de principios de los ochenta Leon y Web presentaron un directo audiovisual titulado “The Anthology of Interplanetary Folk Music” donde ritmos excesivamente insistentes e invariables se combinaban con unas animaciones figurativas de rasgos místicos. Una mixtura que tenía momentos de encanto –esos gráficos que remiten a la arqueología de los medios audiovisuales– y otros agotadores. 

For Those I Love (Foto: Meritxell Rosell)

Nos hubiéramos acercado a escuchar algunos de los últimos directos como el del proyecto pop For Those I Love del irlandés David Balfe (nos explican que fue un concierto muy emotivo con recuerdos constantes a su amigo fallecido) o la electrónica de Overmono hecha de breakbeats para la pista, pero las fuerzas no dieron para más. Como anunciaron en la rueda de prensa los tres directores del Sónar, Ricard Robles, Enric Palau y Sergi Caballero, el año que viene el evento celebrará su trigésimo aniversario. Lo hará entre los días 15, 16 y 17 de junio de 2023. Si el criterio artístico sigue siendo atrayente, ahí estaremos.

Escrito por

Cine, música y artes visuales son las tres disciplinas que más me llaman la atención. Cuando se entrecruzan libremente, más enigmáticas e inquietantes me parecen. De adolescente fui fan de Pink Floyd, R.E.M. y Sonic Youth. En mi reproductor suenan muy a menudo CAN, Talking Heads, Tom Waits y Stereolab. También el jazz de los ’60, el rock alemán de los ‘70, el pop independiente de los ’80 y la electrónica de los ’90. He colaborado en diversos medios escritos sobre música y cine, especialmente de vanguardia y experimental.

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