La cuarta jornada del Primavera Sound 2019 nos dejó conciertos para el curriculum de recuerdos musicales del festival, y también la sorprendente sensación de una reducción considerable de público (más variopinto que nunca). Habrá que ver cómo evolucionan las jornadas de hoy viernes y de mañana sábado, previsiblemente más masivas, pero hacía muchos años que no conseguíamos llegar tan fácil a las barras de comida y bebida sin hacer cola, o alcanzar sin problemas las primeras filas de conciertos en ‘prime time’. Una verdadera gozada que hace mucho más cómoda la experiencia, igual que esa hierba artificial que cubre todo el espacio de ‘Mordor’ y que ayuda a hacer más fácil las esperas de los conciertos. Curiosidad por ver cómo serán las próximas jornadas…

El jueves combinó nuevas propuestas con clásicos de toda la vida. No llegamos a tiempo de ver a The Mani-las, pero los que allí estuvieron nos aseguran que Maika Makovski y compañía se lo pasaron en grande y lo contagiaron, en un show de puro rock’n’roll con la cantante mallorquina lanzándose al público o gritando el ‘She Said’ de Hasil Adkins mientras comía una hamburguesa. Más reposado pero igualmente emocionante fue el show de Stephen Malkmus & The Jicks. El líder de Pavement celebraba su cumpleaños (53 añitos) haciendo lo que tan bien sabe hacer, y a pesar de los devaneos electrónicos de su reciente disco ‘Groove Denied’, forjó el set sobre esas guitarras que nos ponen tan nostálgicos. Corriendo nos fuimos hacia los escenarios grandes, con muchísimas ganas de estrenarnos con Big Thief. La banda de Adrianne Lenker, Buck Meek y compañía se situaron en un rincón del escenario rodeados de flores para adornar sus sonidos campestres y delicados, y demostraron que el talento que supura de sus discos se traslada también al escenario. Sonaron algunos de sus temas más celebrados como ‘Shark Smile’ o ‘Masterpiece’, y también los del reciente ‘U.F.O.F.’, con una Adrianne combinando el susurro con el alarido, y Buck cantando también una canción en solitario.

De carrera en carrera, llegamos para la última canción de las históricas Shonen Knife. La edad no es impedimento para que las japonesas sigan liando unos pollos de cuidado a base de punk rock escuela Ramones, con todos los tópicos del género: melenas al viento, manos en forma de cuernos y riffs de guitarra simples pero que golpean el alma hasta encenderla. Si Kurt Cobain llevaba sus camisetas sería por algo… escuchamos de fondo a Mac DeMarco mientras esperamos para la que acabaría siendo una de las grandes triunfadoras de la noche: Courtney Barnett. Hace unos cuantos años ya nos dejó un gran sabor de boca en el BBK, pero esta vez acabamos coincidiendo en que ayer la vimos en el momento justo: tras dos discos, más el que hizo con Kurt Vile (y no, ayer no salió a tocar con ella, veremos hoy en el concierto del estadounidense…), la australiana desplegó sobre el escenario todo su carisma y su punch en formato trío, haciendo sonar frescas canciones que se sustentan en la tradición más clásica de Lou Reed, Stones y compañía, pero sin renunciar a dejes más noventeros (como en esa ‘Nameless, Faceless’ en la que participa Kim Deal). A veces más calmada (‘Everybody Here Hates You’, ‘Need A Little Time’, ‘Depreston’), por momentos rockera clásica (‘Elevator Operator’, ‘Avant Gardener’), y también feroz y desbocada en temas como ‘I’m Not Your Mother, I’m Your Bitch’ o esa ‘Pedestrian At Best’ con la que acabó bien arriba un set para recordar.

La parte final de nuestra jornada iba a ser para dos nombres con deriva nostálgica: a Interpol les hemos visto ya muchas veces, y quizás esta fue de las menos memorables. Sonido algo flojo y desganado, la voz de Paul Banks un poco justa, y sensación de cierta rutina, en un set que combinó clásicos de la banda neoyorquina con canciones nuevas. El inicio con ‘C’mere’, o otros hits como ‘PDA’ o ‘Evil’ levantaron al público, pero el show se difuminó con composiciones recientes menos brillantes. En el tramo final sonaron más clásicos como ‘Slow Hands’ o ‘Obstacle 1’, pero ya nos habíamos ido para quitarnos una espinita clavada: Guided By Voices. Según leía hoy en El Periódico, el único concierto en España en 35 años de su carrera fue en 1997 en la Rioja, y el Primavera hacía tiempo que les iba detrás. La banda de Robert Pollard fue generosa, tanto por el nivel de entrega, como por la cantidad de canciones ejecutadas: 30, ni más ni menos. Empezando, como no podía ser de otra manera, con ‘My Future In Barcelona’, y acabando por todo lo alto con ese par de himnos que son ‘Game Of Pricks’ y ‘Glad Girls’. Curiosamente, de su reciente disco ‘Warp And Woof’ sólo tocaron ‘Cohesive Scoops’. El suyo fue un show de esos que te dejan con un gran sabor de boca y buen humor, y eso es lo que le pedimos a la música: emociones. Todavía nos quedan tres jornadas más para seguir coleccionándolas.
Belleza en el Auditorio Rockdeluxe
Y para emociones, las que se vivieron en el Auditorio Rockdeluxe. Si bien Ignasi destaca la reducción de público en los escenarios principales, no se puede decir lo mismo en los conciertos que tuvieron lugar en el escenario más privilegiado del festival. Antes de las 17h, el público ya llenaba el Auditorio con ganas de deleitarse con la delicadeza de Julien Baker. ¡Qué maravilla de voz! La cantante de Memphis enamoró con la sencillez de su espectáculo. A saber, su guitarra, loops y sonidos grabados en su pedal y una violinista. Así logró no solo llenar el gran escenario, sino arrancar diversas ovaciones entre los allí presentes. Tengo que reconocer que no esperaba tal lleno a primera hora de un jueves de Primavera.
Un par de horas después volvía a estar cómodamente sentada en el Auditorio. Avisada por la afluencia de público, me planté 50 minutos antes de la hora de concierto de Apparat. No soy una amante de la electrónica, pero el alemán me tiene robado el corazón con su último disco, ‘LP5’. Comprobé que no era la única. Despliegue musical e instrumental que, por momentos, rozó el éxtasis del público, con ganas de levantarse y darlo todo como si de un fin de fiesta se tratase. Después de eso, poco más quedaba por hacer. Interpol, sí, pero la edad y el cansancio no perdonan y opté por un plan de la tercera edad. Descansar feliz tras haber descubierto, además, a Soccer Mummy y disfrutado con la veteranía de Stephen Malkmus & The Jicks. Menos es más, que dicen. Y el Primavera Sound demasiado largo si lo empiezas el lunes. Mucho más si lo combinas también con el Primavera Pro. Hoy, más y mejor.