Una de las grandezas del Primavera Sound es que es un festival tan monumental (por número y calidad de artistas) que te puedes montar tu propio recorrido evitando todo lo que no te guste (The New Normal, vaya…) y te sigue quedando un cartel realmente notable. Y dentro de las previsiones que puedas tener, puede haber sorpresas o decisiones impulsivas que te lleven a ver o a perderte el que puede ser el concierto del festival. Y eso me pasó este viernes, en la quinta jornada ya de un Primavera Sound 2019 que recuperó público respecto al jueves, pero con la sensación de estar en cifras inferiores a las de los últimos años. Esta tarde en la rueda de prensa de la organización conoceremos datos oficiales, a la espera de una jornada de sábado que se prevé multitudinaria.

Mi idea inicial era ir al concierto de Kurt Vile & The Violators. Había ganas de verle, y la incerteza de si Courtney Barnett saldría a tocar con él, el día después de su (gran) show en el festival, le añadía un punto de aliciente. Al mirar los horarios y ver que Vile coincidía con Beak> (fueron uno de nuestros ‘Secretos del Primavera’), pensé en hacer media horita de los de Bristol, y media horita del norteamericano. Pero el trío británico decidió secuestrarnos, atrapados en sus contundentes experimentaciones sonoras realmente difíciles de describir pero muy fáciles de vivir de manera extasiadamente intensa. Con Geoff Barrows a la batería (Portishead), Billy Fuller al bajo y Will Young a los teclados y alguna guitarra ocasional, se te meten dentro cual garrapata sónica que quiere expandirte oído y cerebro hasta el infinito y más allá, llevándote del free jazz al noise, pasando por la psicodelia, las bandas sonoras de ciencia ficción o de terror, o el metal mezclado con la electrónica. Están tan cerca de Sonic Youth como de Tricky, pero tanto o más de Chemical Brothers o de John Carpenter. Son… simplemente Beak>, y arrasaron el escenario Primavera en uno de los conciertos más memorables de este Primavera Sound 2019.

Ya sin tiempo de llegar a Kurt Vile, nos quedamos un rato viendo a Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, con esa curiosa mezcla de rock aflamencado heredero de Triana y el glam o el rock psicodélico setenteros. Había ganas y curiosidad por ver a Jawbreaker, leyendas de culto del punk rock norteamericano de los 90. Y aunque sus guitarras sonaron afiladas, lo cierto es que el show cayó (o quizás fuimos nosotros…) en cierta dinámica anodina, así que seguimos en busca de más sonidos nuevos. Nunca había visto a Janelle Monáe y todo el mundo hablaba maravillas de ella, así que decidimos sacar la cabeza por su show. Y nunca mejor dicho, porque la cantante (y actriz) de Kansas recoge la tradición de divas del pop iniciada por Madonna hace ya tres décadas, para desplegar un espectáculo de coreografías y vestimentas llamativas en el que también tiene tiempo para rendir tributo a su admirado Prince.

Rápidamente nos vamos al anfiteatro, porque va a tocar una de esas bandas a las que no me cansaré nunca de ver. Y es que Suede son una de las bandas de mi vida (y de tanta otra gente, claro…), y Brett Anderson uno de los frontman más carismáticos, enérgicos y contagiosos de la historia del pop británico. Y da igual que tenga 51 años, porque sigue vaciándose en el escenario como si tuviera 25. Y saben muy bien a lo que vienen, y dejan que el setlist hable por ellos: se quitan de encima una canción del último disco, (‘As One’), otra del penúltimo (‘Outsiders’) y empiezan a bombardear nuestra memoria con bombas de nostalgia concentrada en perfectas canciones pop de 3-4 minutos. Y van cayendo ‘We Are The Pigs’, y ‘So Young’, y ‘Metal Mickey’, y ‘Filmstar’, y ‘The 2 Of Us’… y Brett sigue desbocado, haciendo girar al aire el cable del micro hasta que se le enrolla sobre el cuerpo; y baja al foso a saludar al público de las primeras filas, y se lanza a cantar en mitad de la audiencia, y desafía con ímpetu a todo el mundo a cantar y a bailar, y resulta imposible no hacerle caso. Le dedica ‘Life Is Golden’ a su hijo (presente en el concierto), y tocan ‘The Drowners’, ‘It Starts An Ends With You’, ‘She’… y aquello es un tumulto de coros, palmas, ‘lalalas’, y tantos recuerdos enrollados en letras de canciones que hemos cantado miles de veces. Y llega la traca final para desafiar emociones y músculos, porque toca saltar y cantar hasta dejarnos la voz con ‘Trash’ o con la épica ‘Animal Nitrate’. Brett se queda sólo con una guitarra acústica para ronronear la preciosa ‘The Wild Ones’, y ya sólo queda tiempo para cambiar a los salvajes por los bonitos. Y bonita se queda la noche cantando ‘Beautiful Ones’ para que recordemos que, probablemente, no hay banda del indie rock británico de los 90 tan grande como Suede.

Tras las emociones, los sudores y los golpes cervicales, no hay tregua. Porque vamos a seguir sudando y desafiando la gravedad de nuestros cuellos con los jovencísimos Amyl And The Sniffers. La banda australiana descarga una buena dosis de punk rock clásico con rabia y muchísima actitud, si bien el sonido se hace una bola por momentos, y esa suerte de Wendy O del siglo XXI que es Amyl parece sentirse limitada por ese escenario en alto y con un foso que la separa de ese público al que siempre se lanza y se enfrenta en las salas pequeñas. Sea como sea, hay pogos, y stagediving, y la tremenda sensación de libertad y descarga anímica que te dejan las bandas de instintos primarios y viscerales. Curiosidad por verles de nuevo el domingo en Apolo, y ver si Amyl se suelta aún más…

Y no dejamos Australia, si bien para ver a una banda consagrada y que visita el Primavera por tercera vez: Tame Impala siguen alargando la salida del sucesor del celebrado ‘Currents’, pero las nuevas canciones que ya han compartido (‘Patience’ y ‘Borderline’) sonarán esta noche. Como también canciones esperadas, como ‘Let It Happen’ (con la que abren el set), ‘Elephant’, ‘The Less I Know The Better’ o ‘Eventually’, que en la parte final será recordada por Kevin Parker por la vez anterior en que el sonido se fue al carajo mientras la tocaban, y el público no dejó de cantarla mientras se arreglaba el desajuste. Cuidando como siempre con gran mimo la parte visual (espectacular, con proyecciones psicodélicas en las pantallas, luces y lásers de colores vivos, confeti…), la banda australiana acabó con ‘Feels Like We Only Go Backwards’ y ‘New Person, Same Old Mistakes’, y volvió a confirmar que son una de las más fiables de la escena indie internacional. Si es que eso todavía existe.

Y no pudimos ver a Low, ni a Aldous Harding, ni a Kate Tempest, ni a Julia Holter, ni a Dirty Projectors, ni a Lucy Dacus, ni a Snail Mail, ni a Liz Phair, ni a Chai, ni a Fucked Up, ni a Piroshka, ni a Swervedriver, ni a Kokoshca, ni a Él Mató a Un Policía Motorizado… ¿cuántos festivales pagarían por tener un cartel sólo con estas bandas? Y las que nos quedan por ver todavía sábado y domingo…