PJ Harvey (Barrowlands, Glasgow, 26/09/23)

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Giovanni Ferrario y James Johnston (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Jean-Marc Butty (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
James Johnston (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Glasgow. Ciudad de gaviotas, lluvia y música. Mucha música. Si nos ponemos a enumerar artistas surgidos de esta ciudad no acabamos: clásicos como Bay City Rollers, Donovan, Simple Minds, Deacon Blue, Texas, los hermanos Young y Bon Scott de AC/ DC, Gun, los Knopfler de Dire Straits, Alex Harvey, Jimmy Sommerville… o montones de bandas de la escena independiente como Belle & Sebastian, Camera Obscura, The Pastels, The Delgados, The Jesus And Mary Chain, Bobby Gillespie y Primal Scream, Teenage Fanclub, Shirley Manson, Franz Ferdinand, The Fratellis, Mogwai, Chvrches, Glasvegas, Orange Juice, The Orchids, Travis, Urusei Yatsura, The Vaselines… pedazo de cartel de festival nos saldría con estos nombres. Parece increíble para una capital de algo más de un millón y medio de habitantes que por algo se convirtió en la primera ciudad de la música elegida por la UNESCO en toda Gran Bretaña, en 2008.

King Tuts Wah Wah Hut, Glasgow (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Y es que Glasgow también es ciudad de salas icónicas de la historia de la música: en el King Tuts Wah Wah Hut Alan McGee fichó a Oasis tras un concierto para acabar convirtiéndolos en estrellas mundiales. The Apollo vio actuar a grandes estrellas del rock clásico como Lou Reed, Jimi Hendrix, Pink Floyd, Chuck Berry o al maestro del jazz Miles Davies. Y si hablamos de la escena independiente, el gran nombre es el Barrowland Ballroom (popularmente conocido como Barrowlands o Barras). Esta sala de baile fue construida en 1934, destruida por un incendio en 1958 y remodelada en 1960 tal y como la conocemos hoy. De aquí David Bowie se llevó una de las estrellas del techo tras su concierto en 1991 para ponerla en el baño de su piso en París. Y en la sala han tocado The Clash, The Stranglers, The Smiths, Muse, Foo Fighters, Franz Ferdinand, Alice Cooper, Kula Shaker, Robert Plant, David Byrne, Stone Roses, Beastie Boys, Queens Of The Stone Age, Manic Street Preachers, Interpol, Oasis, Blur, Blondie, Primal Scream, Jesus And Mary Chain, Placebo… y mejor paramos, porque nos darían las uvas. Pero claro, a esta lista hay que añadir a PJ Harvey, que ya la había visitado anteriormente: 1993, 1995, 1998, 2001… y ahora dos noches consecutivas el 25 y 26 de septiembre de 2023.

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

She’s back!”, exclamaba eufórica estos días en redes sociales Chan Marshall (Cat Power), en referencia a Polly Jean. Y es que hacía 6 años que PJ Harvey no se subía a un escenario para tocar, centrada en su faceta poética y en el libro ‘Orlam’ con el que críticos británicos la han puesto a la altura de gigantes como Yeats o Dylan Thomas (palabras mayores). Pero tras la publicación en julio de su décimo disco, ‘I Inside The Old Year Dying’, PJ anunció una gira europea en salas de medio formato, y no podíamos dejar pasar la ocasión de verla en el contexto ideal para disfrutar al 200% la música en directo, como ya hiciéramos en 2017 desde el Obihall de Florencia. El pasado fin de semana Polly Jean empezó la gira europea con dos noches en Dublín con todas las entradas agotadas. Y también volaron en unos minutos las dos noches en el Barrowlands de Glasgow. Aquí, segunda parada del tour, iba a producirse nuestro reencuentro en un lluvioso día típicamente glaswegian.

Barrowland Ballroom, Glasgow (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Llegamos a la sala hora y media antes de que abran las puertas. Bajo el mítico letrero, aún apagado a plena luz del día, ya hay 7 personas haciendo cola. Y a los dos primeros los vimos el día anterior en idéntica posición al pasar por delante de la sala ubicada en el East End de Glasgow a observar el ambiente. Como ya habíamos comentado en ocasiones anteriores, la Harvey es de aquellas artistas diferenciales que genera una especie de adoración mística, casi religiosa. Algo que se ha ganado sobradamente en 3 décadas de trayectoria mayúscula, construyéndose y reiventándose como música, poeta o performadora, y convirtiéndose en una de esas figuras icónicas que la sitúan en el Olimpo del rock y de la historia de la música. A la altura de cualquier otra de las más grandes. A la altura de cualquier otro de los más grandes. Con un número 8 marcado a rotulador en mi muñeca derecha, me pongo a charlar con un chico que ha venido en bus desde Inglaterra para volver a verla por enésima vez. Dentro me encontraré más tarde con una chica que ha conducido 3 horas desde Aberdeen y a la que le esperan 3 horas más de vuelta para verla por primera vez. Le brillan los ojos de ilusión pura y sincera. Como a todxs lxs allí presentes. ¿He dicho ya lo de la adoración mística, casi religiosa…?

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Tras 3 horas de espera y conversaciones azarosas con desconocidxs sobre nuestras experiencias con la Harvey, festivales y bandas varias, llega el momento que esperábamos desde hacía meses: dos pisos por encima de la calle, 1.900 personas esperan la salida de la diva sobre el suelo de madera de la histórica sala de baile. Pasan 3 minutos de las 8 de la tarde, esa música atmosférica que se intuía muy de fondo va aumentando de volumen y suenan unas campanas. A las 20:06 h salen el eterno e inseparable compañero de batallas musicales, John Parish, junto a otros tres músicos que ya la habían acompañado años atrás: el batería Jean-Marc Butty y el multiinstrumentista (y ex-Bad Seeds) James Johnston también repiten respecto a la gira anterior, y completa el combo Giovanni Ferrario. Una vez situados los cuatro sobre un escenario donde hay sillas y una mesa con una jarra de agua con limón y tazas de té caliente que irán consumiendo durante el show, aparece PJ. Vestido blanco estrecho hasta la cintura y que se va acampanando a medida que desciende hacia los pies, con una abertura vertical que lo rompe. Mirada intensa y penetrante, y movimientos lentos y sigilosos. El público se vuelve loco de la emoción mientras la fantasmagórica ‘Prayer At The Gate’ abre el repaso del nuevo disco, canción por canción y en el mismo orden.

PJ Harvey y John Parish (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Con ‘Autumn Term’ John sale al frente a compartir protagonismo vocal con la musa de Dorset. Precisamente la tierra natal de la artista está muy presente en esa especie de fábula de mundos fantásticos y misteriosos que es el álbum, basado en ‘Orlam’. Quizás por ello Polly acentúa la vena teatral en su interpretación, histriónica en gestos y sibilina en movimientos. Recupera a la niña que fue en su día, canta con las piernas flexionadas sobre la silla mirando al techo y juega y baila sobre el escenario oscilando los brazos de forma serpenteante y arqueando las piernas frente a ese fondo de escenario resquebrajado y lleno de grietas. Como cualquiera de nosotrxs. Sinónimo de vida.

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

PJ queda iluminada por un cono vertical de luz que la rodea y no podemos dejar de mirarla, aunque hay muchos estímulos en escena y una banda que reclama también la atención que se merece. John, James y Giovanni se intercambian constantemente instrumentos y complicidades musicales. Los sonidos orgánicos de ‘ Lwonesome Tonight’ o ‘The Nether-edge’ hacen brillar la voz de una Polly Jean que dice sentirse en el mejor momento vocal de su carrera, a sus 53 años (muy bien llevados). Y nos los demuestra con una exhibición de registros durante todo el show.

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Y si en la gira anterior echamos en falta a la Harvey guitarrera, estamos de enhorabuena: primero recupera la acústica con la canción que da nombre al disco, la que más nos recuerda a los años dorados de su primera etapa. Y luego vuelve a armarse la eléctrica con la que nos enamoró en los años 90. Los guiños a Elvis (“Love me tender” canta en ‘August’ o en ‘A Child’s Question, August’) o el aplomo marcial de Butty y las guitarras afiladas de ‘A Noiseless Noise’ pondrán punto y final a la primera parte del show. Momento en que PJ desaparece del escenario…

Ferrario, Butty, Johnston y Parish (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

…es ahí cuando los 4 escuderos salen al frente para marcar de forma diáfana el ecuador de la velada, atacando sin ella la rítmica ‘The Colour Of The Earth’ que cerraba el mayúsculo ‘Let England Shake’. Ha llegado el momento de relamerse los bigotes, fans de toda la vida, porque quizás por esa reconexión con su infancia y con la excitación de las primeras veces, mrs. Harvey se va a regalar con una generosa y calculada mirada al pasado, enlazando 6 canciones que hacía entre 10 y 15 años que no interpretaba en directo. Primero acude al pasado más cercano, recuperando también ‘The Glorious Land’ y ‘The Words That Maketh Murder’, autoharpa en mano. Pero en cuanto revive a ‘Angelene’ (que no tocaba desde 2012) nos da un vuelco al corazón: ¿volvemos a los mágicos 90…?

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

¡Y joder si volvemos! ‘Send His Love To Me’ del glorioso ‘To Bring You My Love’ humedece el cristalino como lo está haciendo ahora mismo recordar ese intenso momento de hace tan sólo unas horas. Salto adelante en el tiempo con ‘The Garden’, y en cuanto se queda sola con la acústica y empieza la majuestuosamente hermosa ‘The Desperate Kingdom Of Love’ se me escapa en voz alta un espontáneo “¡Oh!” surgido de lo más profundo de las vísceras; las lágrimas de alegría y nostalgia inician un descenso por la mejilla que también lo es hacia la memoria más abismal e incontrolable. No hay canción de amor desesperado más bella en la historia.

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

A partir de aquí el show se desboca como un caballo indomable. Banda y público se han soltado los corsés y la conexión es total con una cascada de clásicos de sus inicios que nos hacen viajar en el tiempo a épocas más naïve en lo personal para uno mismo y más crudas y salvajes en lo musical para ella: ‘Man-Size’, de su otra obra maestra ‘Rid Of Me’, provoca una tormenta de electricidad en el Barrowlands que prosigue con ‘Dress’, de aquél fantástico debut de 1992 (‘Dry’), cuando aún no éramos conscientes de la magnitud de la artista. Y volviendo al tercer disco, la sensual ‘Down By The Water’ nos deja a las puertas del final con ‘To Bring You My Love’, que es justo lo que está haciendo Polly esta noche: darnos todo su amor como mejor sabe, con todo su arte, su magnetismo y esa aura semidivina. Como una diosa vestal que desafía al poder masculino de los dioses del rock. Dispuesta a seducirnos, cosa que por supuesto hace. La hipnótica y carismática linea de guitarra en bucle de John Parish es el mejor cierre a una noche fantástica… que, de hecho, aún no ha acabado.

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Y es que, tras situarse los cinco al frente a saludar y agradecer al público su entrega (“What a lovely night. Thanks for making us so happy”, soltará ella con una sonrisa sincera en una de las pocas interacciones de toda la noche), su marcha hacia el backstage provocará una jauría de gritos, vítores y el ruido imponente de las fuertes pisadas del público sobre el suelo de madera para reclamar que vuelvan. Un chico pide en voz alta ‘C’mon Billy’ (más tarde me enteraré que la había tocado la noche anterior y también en Dublín, además de ‘White Chalk’). Y aunque habría firmado ese doblete, lo que está a punto de suceder es aún más especial. No es ningún secreto la admiración que Polly siente por Bob Dylan (lo ha manifestado en entrevistas y en su día tituló una canción como el ‘Highway ’61 Revisited’, aunque fuera distinta a la original). Y cuando los cinco músicos vuelven a salir bajo una atronadora ovación y ocupan las 5 sillas en semicírculo, Polly desvela el secreto: esta noche van a estrenar mundialmente el cover del ‘Dark Eyes’ de Dylan, de su disco ‘Empire Burlesque’ (1985). Aunque el público ha sido mayormente respetuoso durante todo el show, en este momento afloran los teléfonos móviles para capturar este histórico momento. Como si esas grabaciones amateurs fueran el comprobante para la posteridad del “yo estuve allí”. 

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Y sí, podremos decirlo: estuvimos allí. Ese martes 26 de septiembre se nos quedará marcado a fuego como la noche en que la eterna PJ Harvey volvió a exhibirse en toda esa grandeza que parece no tener fin. Puedes estar un tiempo sin escucharla o sin tenerla en el centro de tu universo musical, siempre ávido de nuevos nombres, nuevos sonidos y nuevas canciones que te hagan sentir vivo y excitado, buscando ese chispazo de las primeras veces al que nos referíamos antes (el síndrome del ‘novelty seeking‘, como me explicó en su día una buena amiga). Puedes escuchar un nuevo disco suyo que parezca no atraparte de buenas a primeras. Pero como aquellos amores verdaderos y arraigados en lo más profundo de tu ser, ella siempre vuelve a recordarte el por qué de esta locura que te hace recorrerte medio mundo tras sus pasos. Da igual Barcelona, Benicàssim, Madrid, Los Ángeles, Londres, Florencia o Glasgow. Da lo mismo 1997, 2001, 2009, 2017 0 2023. Al final la Reina de los 50 Pies siempre vuelve a emerger para recordarnos que no hay nadie en la música de los últimos 30 años que pueda aspirar a toserle.

PJ Harvey (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Setlist:

  • Prayer at the Gate
  • Autumn Term
  • Lwonesome Tonight
  • Seem an I
  • The Nether‐edge
  • I Inside the Old I Dying
  • All Souls
  • A Child’s Question, August
  • I Inside the Old Year Dying
  • August
  • A Child’s Question, July
  • A Noiseless Noise
  • The Colour of the Earth
  • The Glorious Land
  • The Words That Maketh Murder
  • Angelene
  • Send His Love to Me
  • The Garden
  • The Desperate Kingdom of Love
  • Man-Size
  • Dress
  • Down by the Water
  • To Bring You My Love

Bis:

  • Dark Eyes (cover de Bob Dylan. Estreno mundial)

 

Escrito por

Rarito como un tema de Sonic Youth; me excito con el ‘Psycho’ de los Sonics; si me cabreo, Pistols, RATM, Sandré, riot grrrls o Los Punsetes; me ponen igual soul, r’n’b, ye-yé, garaje, punk, r’n’r, indie o brit-pop. De mayor quiero ser Patti Smith, Iggy o John Waters. Ateo hasta que conocí a PJ HARVEY. Fui negro en otra vida… y hago el impostor como periodista musical y deportivo en radio, TV, webs y revistas varias.

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