Low (Fabra i Coats, 03/10/18)

Low (Foto: Albert Alcoz)
Low (Foto: Albert Alcoz)
Low (Foto: Albert Alcoz)
Low (Foto: Albert Alcoz)
Low (Foto: Albert Alcoz)
Low (Foto: Albert Alcoz)

Los norteamericanos Low visitaron la Ciudad Condal para presentar su maravilloso disco Double Negative (2018). La promotora musical L’Afluent –autodefinida como «cooperativa de serveis culturals»– fue la encargada de traer la banda a las instalaciones de la Fabra i Coats. Una de las salas polivalentes de esta fábrica de creación del barrio de Sant Andreu fue el escenario escogido para que Balago telonearan los de Duluth, Minnesota. El dúo de la Garriga presentó su reciente publicación El Demà, un nuevo artefacto instrumental editado por Fohen Records, hecho de capas múltiples de bases electrónicas y texturas de sonidos pregrabados que sigue la senda etérea que caracteriza toda su trayectoria. A lo largo de más de media hora, David Crespo y Guim Serradesanferm –equipados con órganos, sintetizadores y cachivaches varios– levantaron un sonido espectral y cinemático que envolvió la sala con intensos despliegues atmosféricos, puntuados por sutiles melodías de teclados. Por momentos se escucharon las notas pertenecientes al tema “Adf”, una pieza perteneciente al primer disco Erm (2001), a partir de la cual el realizador audiovisual Santi Trullenque hizo un vídeo musical acongojante, ligeramente inspirado en los escenarios y la violencia de la película Fargo (1996), dirigida por los hermanos Coen.

Balago (Foto: Albert Alcoz)

Tras unos minutos de pausa Alan Sparhawk, Mimi Parker y Steve Garrington subieron al escenario. Que la revista inglesa The Wire –paradigma de las prácticas musicales contemporáneas más experimentales– dedicara la portada del pasado mes de septiembre a los norteamericanos es indicativo del grado de investigación sonora de un último disco que indaga en la electrónica, el ruidismo y el error, a través de manipulaciones digitales insólitas. El productor BJ Burton, con el que ya trabajaron en el anterior Ones and Sixes (2015), es uno de los responsables de este certero viraje hacia la exploración sónica. Este avance coherente hacia formas auditivas más audaces y excepcionales, no impide que lo que continúe marcando el sonido de Low sean tanto las voces de la pareja Parker y Sparhawk como sus densos desarrollos instrumentales.

Low (Foto: Albert Alcoz)

“Quorum” inició un directo que durante muchos momentos dejó de lado el ritmo para decantarse por las texturas, penetrantes, generadas pausadamente por guitarra, bajo y batería. El avance metronómico de la siguiente “No Comprende” demostró el alcance emocional de las cuerdas vocales de Sparhawk, perfectamente combinadas con los punteos virtuosos de su guitarra eléctrica. La sección rítmica, conformada por la batería de Parker y el bajo de Garrington, marcó el tono de una velada que entrelazaba murmullos soñolientos con desgarros vibrantes. El carácter elegíaco de “The Innocents” y el ruidismo más subterráneo de “Tempest”, enlazado con la bella “Always Up”, introdujeron el concierto hacia un ambiente calmo, silencioso, serenamente sobrecogedor. Temas de discos anteriores como Drums and Guns (2007) –“Dragon Fly”– C’mon (2011) –“Nothing But Heart”– o The Invisible Way (2013) –“Plastic Cup”– fueron señalando un recorrido que se detuvo puntualmente en los del disco de 2015 para decantarse plenamente por los publicados en 2018. Este «doble negativo» que alude al vocabulario fotoquímico, remitiendo metafóricamente a un pesimismo por duplicado, fue el disco protagonista de un concierto que, durante casi dos horas, desgranó la mayoría de sus temas. “Always Trying to Work It Out”, “Poor Sucker”, “Rome (Always in the Dark)”, “Fly”, “Dancing and Fire” y “Disarray” fueron cayendo ante un público entregado, extremadamente respetuoso con los medios tiempos, los murmuros y los silencios de un trío cuyo que contagió la audiencia con su magnetismo. “Lies” y “Murderer” cerraron un concierto esplendoroso en el que los Low aparcaron su faceta más pop –se olvidaron de “No End”, “Kid in the Corner” y “What Part of Me”, los temas más pegadizos de Ones and Sixes– para ahondar en su faceta más calmada y conmovedora. La austeridad lumínica facilitó que alcanzaran un significativo nivel de solemnidad, ligeramente enturbiado por la reverberación de la sala. Los parlamentos de Sparhawk entre canción y canción ayudaron a relajar la tensión con un tono humorístico donde invitaba, literalmente, «a bailar para no caer dormidos». Si se puede añadir un pero a la actuación es el descuido de ciertas disonancias, errores digitales, pasajes ensordecedores y bases electrónicas que sostienen un álbum poderoso con el que los mormones celebran, por todo lo alto, sus veinticinco años de carrera.

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Cine, música y artes visuales son las tres disciplinas que más me llaman la atención. Cuando se entrecruzan libremente, más enigmáticas e inquietantes me parecen. De adolescente fui fan de Pink Floyd, R.E.M. y Sonic Youth. En mi reproductor suenan muy a menudo CAN, Talking Heads, Tom Waits y Stereolab. También el jazz de los ’60, el rock alemán de los ‘70, el pop independiente de los ’80 y la electrónica de los ’90. He colaborado en diversos medios escritos sobre música y cine, especialmente de vanguardia y experimental.

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