Julia Jacklin (La 2 de Apolo, 29/11/22)

Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Erin Rae (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Erin Rae (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Erin Rae (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Erin Rae (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Decía nuestro buen amigo y colaborador Rubén García que este iba a ser un concierto que recordaríamos en el futuro. «¿Te acuerdas de aquel bolo que se marcó Julia Jacklin a finales del 2022? ¿Ese que empezó tan tranquilo y que acabó con varios tres trallazos consecutivos, el público bailando y cantando y ella enjugándose con discreción las lágrimas? ¿El que estuvo a punto de cancelarse porque poco antes no había vendido lo suficiente pero que llenó y dejó una cola en el merchan que duró más de media hora, para desesperación de la sala Apolo?». Si nosotros, perros viejos en esto de los conciertos, lo recordaremos con mucho cariño, la juventud que se agolpaba ansiosa, que cabeceaba, que cantaba sus letras de cabo a rabo, que se emocionaba; la chica que le pidió “End of a Friendship” y la cantante se la dedicó, cogidas ambas de la mano; las sonrisas al final del concierto, el vagabundeo por la sala, la cola, los Crushing verdes que volaban de la mesa, la emoción, los abrazos espontáneos… Un público, una generación para la que el concierto será un hito emocional, un ancla en el espacio tiempo, una referencia para la posteridad.

Erin Rae (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

La jornada la inauguró Erin Rae, cantautora de Nashville que presentaba su segundo largo, ‘Lighten Up’, creado y macerado durante la pandemia. Nos encandiló (y consiguió el silencio respetuoso del público) con un concierto sobrio, con voz hogareña y guitarra acústica a la que le exprimió todo el aroma, la sonoridad cálida y confesional que cabalga el indie folk y el country. En el repertorio compartía recuerdo de infancia, el hecho de crecer en el Cinturón Bíblico de los Estados Unidos, las inevitables canciones de ruptura (a veces hay que cantarlas, se disculpó) y la conciencia de que en la autoestima está la mejor cura, o cuanto menos el consuelo, al dolor y al desamor.

Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Poco después de las 21:00h, y con la sintonía de “My Heart Will Go On” («¿Cuál es el problema? ¡Es una gran canción! ¿No lo creéis así?», preguntó una Jacklin divertida con la pregunta de por qué la había escogido para salir al escenario), la australiana arrancó en solitario con la agridulce, hermosa “Don’t Let the Kids Win”, cierre de su disco de debut y que acabó, como la canción, en un susurro sostenido antes de dar entrada a la banda (una banda brillante, bien conjuntada que la arropó como un guante de terciopelo) y atacar un repertorio que fue creciendo en volumen pero que nunca falló en intensidad. En la composición y en la interpretación, Jacklin se muestra valiente, ahondando en esas sensaciones íntimas y reprimidas, que hablan de secretos que la sociedad nos pedía callar a cambio de pastillas y depresiones, como quien blande un bisturí pero tiene a punto el desinfectante y la sutura. La suya es una mirada, una voz, diamantina, bella y dura, y por ende necesaria, y tal que así luce también en su poética. Tanto te aconseja cuidarte por el bien de ambos en “Be Careful With Yourself” como habla de la soledad (voluntaria, impuesta, huidiza, traicionera) en “To Perth, Before The Border Closes”(ecos de la pandemia de nuevo) o la ABBAbesque “Love, Try Not To Let Go”.

Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)
Inevitablemente, muchas de las canciones abordan las múltiples caras del heteropatriarcado y los espacios que contamina: desde el egoísmo (“Good Guy”), el desprecio y la venganza (“Body”), la vulneración del espacio vital, del cuerpo, del corazón (ahí está, en el tramo final, “Head Alone”, cuyo estribillo quedó en manos de un público emocionado). Sea cual sea el sentimiento presente, el mood del momento, Jacklin se mantiene firme, voz atiplada y recia, sin fisuras, ya sea en la balada (“Moviegoer”), en el jangle (ese final de fábula con “Pressure to Party” y la banda a toda máquina) o en el rock, ya tome prestado de Carpenters, Abba, Avril Lavigne, Fiona Apple o Stella Donnelly: Jacklin, el faro que guía en la tormenta para una generación que se está quitando los velos que les dejamos a valientes manotazos. El suyo es un show para hablar y sanar, para cultivar la empatía, quizá por ello ese crescendo que empezó con un susurro y acabó en una fiesta: porque después del dolor está el reconocimiento mutuo, la curación y la fiesta que exorciza esos demonios. Costó dejar atrás La (2) para volver nuestros pasos a la noche, quizá más sabios, más hermosos, mejores personas.


Julia Jacklin (Foto: Ignasi Trapero i Martínez)

Setlist:

  • Don’t Let The Kids Win
  • Be Careful With Yourself
  • To Perth, Before The Border Closes
  • Love, Try Not to Let Go
  • Pool Party
  • Good Guy
  • Moviegoer
  • Body
  • Lydia Wears a Cross
  • Ignore Tenderness
  • Don’t Know How to Keep Loving You
  • Was Neon
  • Head Alone
  • Pressure to Party
  • End of a Friendship

 

Escrito por

Letraherido y juntaletras. Físico de titulación que ejerce (poco) en una editorial de género fantástico. Me caí en un caldero de britpop ya de mayorcito y desde entonces le doy a todos los palos del indie y de más allá. Flamenquito lover. Sé bailar sevillanas. En mi epitafio pondrá “Esta noche no iba a salir”. Common people like you.

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