Espaldamaceta (Sidecar, 28/04/22)

Espaldamaceta (Foto: Tresc)

De José Juan González destaca su amplia sonrisa, heraldo de una simpatía magnética, de un artista que se expresa con franqueza. Una sinceridad brutal que ha vertebrado su amplia discografía y que, en este ‘Yo y Espaldamaceta‘ (Hidden Track Records, 2022), ha desnudado hasta su mínima expresión. Crudeza y sanación son dos de los conceptos que sobrevuelan este último trabajo, en el que el tarraconense se ha impuesto unas normas estrictas: canciones con voz y guitarra, dos compases de entrada, dos cuerdas alternadas en cada acorde (podéis consultar los acordes de cada canción en su web espaldamaceta.es), a 60 bpm (como el latido del corazón) y la producción al mínimo (sobre la que no se nota/se nota la mano de Joan Pons aka El Petit de Cal Eril), condiciones que espolean la imaginación y el talento, y se convierten en un ropaje austero para unas letras descarnadas pero no por ello exentas de ternura.

Espaldamaceta (Foto: Tresc)

Durante la entrevista vemos a un José Juan sonriente, expansivo, dicharachero y un punto soñador, que, cuando no deriva, a veces contesta a las preguntas pertinentes de Albert Fernàndez sobre la concepción de un disco que surgió tras un divorcio y durante el confinamiento; el mejor momento, sin lugar a dudas, para enfrentarse cara a cara con uno mismo. Y si al principio destacaba la sonrisa radiante de José Juan, lo hacía como contraste con la solemnidad de los cortes de ‘Yo y Espaldamaceta’ que nos regaló a los asistentes al +Quemúsica del Tresc. Canciones tituladas ‘Yo y Mi [concepto: Mal, Contradicción, Huida, Hermano, Cambio]’, confesiones sin concesiones a sí mismo (un disco que ha grabado para sí mismo; gracias, José Juan, por la generosidad que demuestras al compartirlo), reflexiones, apertura en canal: si la sonrisa es amplia, la medida la sutura del pecho a través de la que brotan esas palabras ni os cuento. (Bueno, conseguid una copia del disco o acercaos a verlo en concierto y os podréis hacer a la idea.)

Espaldamaceta (Foto: Tresc)

‘Yo y El Mal’ carta de presentación del disco, marca las pautas, el mapa del tesoro que se desvela durante el recorrido. José Juan González mencionaba el solipsismo subyacente al concepto; sin embargo, la conexión cantante-público tiene una parte de catártica para ambas partes, y ese punto de solemnidad de unas canciones cantadas con convicción y con la solemnidad de la guitarra acústica, una sensación cercana a la liturgia del slowcore de unos Low. ‘Yo y Mi Contradicción” puede ser la más combativa, en la que más se cuestiona a sí mismo, y “Yo y Mi Huida” la más melancólica, una historia de ruptura con ecos de música mediterránea, entre Serrat y el flamenco. Pero la que nos agarró por las entrañas fue ‘Yo y Mi Hermano’, sobre la trágica pérdida de hace más de veinte años y que marcó la carrera de Espaldamaceta.

La honestidad de la música de Espaldamaceta es proverbial: no hay doblez, no hay máscara tras esos versos; hay un artista sincero, un escritor que pone música para facilitar la comunicación. Y no os llevéis a confusión: no hay un artista torturado, sino una persona que canta sobre la vida, y que, como tal, es vital. Espaldamaceta y yo es una etapa, un camino entre dos puntos, un ejercicio de sinceridad que conlleva consigo un proceso de sanación. Crudeza y sanación son los dos aminoácidos fundamentales del código genético de este disco, y la vida, algo que toca celebrarlo cantando canciones.

 

Escrito por

Letraherido y juntaletras. Físico de titulación que ejerce (poco) en una editorial de género fantástico. Me caí en un caldero de britpop ya de mayorcito y desde entonces le doy a todos los palos del indie y de más allá. Flamenquito lover. Sé bailar sevillanas. En mi epitafio pondrá “Esta noche no iba a salir”. Common people like you.

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