Sónar 2023 (15, 16 y 17/06/23)

Eric Prydz (Foto: Meritxell Rosell)
700 Bliss (Foto: Meritxell Rosell)
Marina Herlop (Foto: Meritxell Rosell)
Onehtrix Point Never (Foto: Meritxell Rosell)
Albany (Foto: Meritxell Rosell)
Bendik Giske (Foto: Meritxell Rosell)
Crystal Murray (Foto: Meritxell Rosell)
Crystal Murray (Foto: Meritxell Rosell)
Musa Keys (Foto: Meritxell Rosell)
Aphex Twin (Foto: Meritxell Rosell)
Fever Ray (Foto: Meritxell Rosell)
Cakes Da Killa (Foto: Meritxell Rosell)
2Manydjs (Foto: Meritxell Rosell)
Carles Viarnés i Alba G. Corral (Foto: Meritxell Rosell)
Lucrecia Dalt (Foto: Meritxell Rosell)
Perera Elsewhere (Foto: Meritxell Rosell)
Bad Gyal (Foto: Meritxell Rosell)
Bad Gyal (Foto: Meritxell Rosell)
Eric Prydz (Foto: Meritxell Rosell)
La Zowi (Foto: Meritxell Rosell)
Little Simz (Foto: Meritxell Rosell)
Samantha Hudson (Foto: Meritxell Rosell)
Sónar 2023 (Foto: Meritxell Rosell)

Que es un soplo la vida, que treinta años no es nada“. Aunque cambiemos la cifra de 20 a 30, este hermoso verso del tango de Carlos Gardel nos permite celebrar las tres décadas del Sónar con toda la vitalidad que se merece. Uno de los festivales más emblemáticos de música electrónica y artes digitales ha alcanzado su trigésimo aniversario con un programa ecléctico de música de baile, electro, techno, IDM, ambient, house, acid, R’N’B y músicas urbanas, entre muchos otros estilos y subgéneros. Todo ello se ha podido escuchar entre un buen número de propuestas musicales decantadas tanto al baile y el desenfreno hedonístico como a la vanguardia y la escucha atenta. Más allá de la devoción por la tecnología digital –con su inteligencia artificial y su ímpetu por ese +D que fluctúa entre la novedad tecnológica y el reclamo mercantil– el Sónar sigue siendo un evento destinado al goce auditivo y a los cuerpos danzantes. El exceso de estímulos visuales, con sus pantallas y sus reclamos interactivos, no impide que el Sónar sea un festival de música, un macrofestival que hace años se autodenominaba de “músicas avanzadas” y que a día de hoy prefiere abrazar “la cultura digital y electrónica“.

Sónar 2023 (Foto: Meritxell Rosell)

A lo largo de tres días y dos noches el Sónar 2023 ha ofrecido un amplio programa de directos y sesiones de djs, nuevas tendencias musicales y espectáculos audiovisuales desbordantes. De hecho las imágenes en movimiento quizá hayan adquirido un protagonismo excesivo en una edición donde han brillado con luz propia los nombres de Aphex Twin, Fever Ray, Oneothrix Point Never y Lucrecia Dalt. Si Sergi Botella se encargó de abrir la edición de este Sónar el jueves 15 a primera hora, el también barcelonés Ángel Molina la cerró dos días después, el domingo 18 hacia las siete de la mañana. Bonito gesto de los programadores el de contar con dos personas veteranas de la escena de la música electrónica de la Ciudad Condal, para marcar el inicio y el final del festival. Dos visiones divergentes, dos modos dispares de entender la música electrónica; desde una postura más experimental el primero, desde una total inclinación hacia la pista de baile el segundo. Un modo como otro de demostrar la importancia que el festival ha tenido para fomentar las propuestas musicales hechas aquí, visibilizándolas a un público numeroso deseoso de disfrutar de un cartel plural y diverso. A continuación, hacemos un repaso a lo más destacado de cada jornada tanto diurna, en la Fira Montjuïc, como nocturna, en la Fira Gran Via L’Hospitalet.

Jueves día

Marina Herlop (Foto: Meritxell Rosell)

Marina Herlop se acercó al SonarHall para presentar su disco Prypat (2022). Lo hizo a las cinco de la tarde, acompañada de las inconfundibles Tarta Relena y un trío con instrumentos de viento. Hasta una bailaora con castañuelas subió al escenario. La catalana, con un peinado imposible, entrelazó coros de desarrollo imprevisible con percusiones electrónicas ignotas. Cuando flirteó con la canción pop ganó enteros; cuando prefirió jugar al despiste coral y la arritmia sonora generó cierta aversión. El conjunto confirmó que una propuesta esquiva puede congregar centenares de personas inquietas por dejarse seducir con canciones más o menos estrambóticas, más o menos vanguardistas.

Grove (Foto: Meritxell Rosell)

Grievous Bodily Harmonics optaron por una escenografía escueta limitada al dispositivo lumínico del SonarComplex. Humaredas de luces de colores intermitentes fueron el único apartado visual de un espectáculo caracterizado por los ritmos rotos y la IDM de nuevo cuño. Cercanos a los sonidos espasmódicos de Autechre, el inglés Rian Treano y el español Elias Merino generaron capas algorítmicas de sonidos rasgados, continuamente deformados. La intensidad del volumen y el tono enfermizo de los ruidos amplificados evocaron escenas decisivas del cine de terror contemporáneo.

Onehtrix Point Never (Foto: Meritxell Rosell)

Oneothrix Point Never ya actuó en el mismo SonarHall en la edición del Sónar de 2016. Ese día pudimos admirar la capacidad de Daniel Lopatin para enlazar fragmentos sonoros ajenos con una sensibilidad melódica heredera de la música ambient y, sí, una New Age cada día más reivindicada. En esta ocasión el estadounidense mostró un espectáculo titulado ‘Rebuilds’ que combina versiones casi irreconocibles de su propio catálogo con proyecciones de animaciones extraídas de la cultura popular. El artista multidisciplinar Nate Boyce se encargó de triturar vídeos en directo, generando feedbacks de imágenes equiparables a los bucles musicales. Se visionaron secuencias de cine familiar y piezas recicladas como Pixillation (1970) de la pionera de la animación por ordenador Lillian Schwartz. Sin duda, el reciclaje auditivo que perfiló Lopatin fue el highlight de la jornada.

Sabrina Bellaquel (Foto: Meritxell Rosell)

Kode9, el director del influyente sello discográfico Hyperdub (casa de Burial, Laurel Halo y Dj Rashad, entre otros), nos obsequió con su espectáculo audiovisual ‘Escapology’. Partiendo de la imaginería de los videojuegos, los gráficos y el display de la PlayStation, el productor escocés conjugó un directo donde los temas del disco Escapology (2022) son la banda sonora de imágenes FPS (First-Person Shooters). El punto de vista subjetivo y el continuo avance por paisajes distópicos, de cromatismos saturados, determinaron el apartado visual de un show con rasgos narrativos. Concentrarse en el carácter cinemático de la música electrónica desde el contexto del videojuego puede dar como resultado un show tan estimulante y adictivo como el de Steve Goodman. Por momentos recordó tanto al Landcruising (1995) de Carl Craig como al Chaos Theory: Splinter Cell 3 Soundtrack (2005) de Amon Tobin.

Viernes día

Bendik Giske (Foto: Meritxell Rosell)

Musa Keys demostró que es un artista completo: canta, produce, pincha y además es un icono mundial de la moda. Este músico de Johannesburgo de talento excepcional es un maestro del sonido amapiano, un subgénero de la música house del que resulta ser su mejor embajador. Bendik Giske, un saxofonista y performer residente en Berlín, conocido por su técnica de respiración circular y por la presencia física de sus actuaciones, nos ofreció un excelente y sugerente concierto, a través de su perspectiva queer. Ataviado con un espectacular atuendo de piel con enormes hombreras, Giske propuso una amalgama sonora que fusiona las notas de su saxofón con la música electrónica. Toda una sorpresa.

The Blessed Madonna (Foto: Meritxell Rosell)

The Blessed Madonna, Dj, productora, compositora y creadora de su propio sello discográfico We Still Believe, puso el SonarVillage del revés. Ahí todo el mundo parecía loco, danzando y sudando una propuesta musical de bailarines LGTBIQ+, con mucho colorido y más purpurina. Resulta indudable que su acertada colaboración en el tema ‘Marea (We’ve Lost Dancing)‘ de Fred Again –omnipresente artista en todo festival que se precie–, la ha consagrado a nivel popular. Max Cooper, el productor de música electrónica y techno, construye sus espectáculos visuales a partir del lenguaje de datos. En el SonarHall, este doctorado en biología computacional hipnotizó a los presentes con un set de electrónica minimalista, un show audiovisual (3D/AV) con imágenes centradas en el cosmos, basado en su último álbum Unspoken Words (2022).

Max Cooper (Foto: Meritxell Rosell)

Malogradamente, durante la jornada diurna del viernes no pudimos disfrutar (es un decir) de la descarga ruidosa y visualmente asombrosa del japonés Ryoji Ikeda. Nos quedaremos con el recuerdo de otras ocasiones en las que ha visitado nuestra ciudad y esperaremos poder presenciar de nuevo, en breve, su síntesis digital de electrónica arrítmica sincronizada con incesantes parpadeos luminosos de pantallas led.

Viernes noche

Aphex Twin (Foto: Meritxell Rosell)

Aphex Twin llegó al escenario principal del Sónar de noche con cinco minutos de adelanto respecto al horario programado. Hecho insólito de un creador singular, quizá la figura más venerada de la música electrónica de los últimos treinta años. Richard D. James efectuó un repertorio apabullante de techno resquebrajado y acid retorcido, una muestra poderosa de electrónica experimental que fluctuó entre calambres de noise sintético, electro embriagador, drones fulgurantes y pasajes de IDM. Esos tramos más ambientales, no necesariamente pausados, fueron algunas de las pocas fases melódicas de un directo tan asombroso como agotador. A lo largo de más de hora y media el músico combinó ruido digital con espectáculo audiovisual. El inglés apenas podía divisarse detrás de una estructura metálica encima de la cual colgaba un cubo isométrico hecho de pantallas. Las tres caras del mismo y las cuatro pantallas laterales ubicadas en el recinto insistieron en presentar su propio logotipo –un A mayúscula enigmáticamente simplificada, extraída de la portada de su Ep “Xylem Tube” (1992)– de miles de formas distintas. Rayos láser y luces estroboscópicas completaron un tratamiento videográfico donde la estética glitch de la visual music se explayó de lo lindo. No alcanzamos a reconocer ninguno de sus temas más paradigmáticos, ni falta que hizo. Según indican algunas plataformas online el directo se inició con un tema de Tod Dockstader, hecho que demuestra el conocimiento enciclopédico de Aphex Twin y su habilidad para incluir un pionero de la tape music, la música concreta y la electroacústica, en un directo antológico de músicas avanzadas que justifica por sí solo la edición de un festival.

Sónar 2023 (Foto: Meritxell Rosell)

Fever Ray propuso un concierto atractivo de temas pop cuyas bases electrónicas resultaron inevitablemente oscuras. Karin Dreijer defendió las canciones de su tercer disco, el inquietante Radical Romantics (2023). La antigua componente del dúo The Knife demostró la fuerza de su presencia escénica en un directo que celebró las disidencias sexuales. Huyendo de la actitud heteronormativa asociada a muchas figuras femeninas del espectáculo, la cantante sueca estuvo acompañada de dos cantantes, una baterista y una teclista. Las cinco artistas interpretaron un repertorio de canciones que se inició con “When I Grow Up” y continuó con “Keep the Streets Empty for Me”, “Kandy” y “Carbon Dioxide” (el momento más bailado del directo). El tema introductorio de la serie Vikingos, “If I Had a Heart”, dio por finalizado un show donde la tonalidad aguda de la voz de Dreijer, su maquillaje expresionista y las coreografías minimalistas del trío vocal encandilaron al público.

Fever Ray (Foto: Meritxell Rosell)

El dúo BICEP se convirtió en el reclamo mainstream de la noche. El grupo de Belfast, formado por Matt McBriar y Andy Ferguson, se situó tras sus cachivaches de sintetizadores, moduladores y demás aparatos electrónicos para emitir una música de baile anclada en el deep house. Algunos de sus temas instrumentales que han hecho furor a lo largo de los últimos años (“Glue”, “Atlas”, “Apricots”) fueron apareciendo en un set de dance music que, a pesar de introducir tonalidades propias del italo disco, acudió en exceso al manido 4×4. Después de tanto bombo las piernas ya no daban para más.

Sábado día

Carles Viarnés i Alba G. Corral (Foto: Meritxell Rosell)

Carles Viarnès y Alba G. Corral se plantaron en el escenario del SonarComplex para interpretar un espectáculo titulado Hyper_O que combinó la música placentera del primero con las imágenes abstractas de la segunda. Música ambiental y texturas melódicas dinamizaron unas sonoridades instrumentales de resonancias neoclásicas practicadas con teclados y sintetizadores. Los dos órganos tubulares situados ante la pantalla –dos hiperórganos que su constructor se encargó de contextualizar en una explicación sucedida al final del concierto– dio cuenta del origen de algunos samples que el pianista Viarnès utilizó para componer una música calmada, casi religiosa. Por momentos todo ello hizo pensar en catedrales. Mientras tanto la artista audiovisual Alba G. Corral generaba animaciones digitales de trazos vectoriales que avanzaban lánguidamente creando composiciones paisajísticas. Coloreando la pantalla como si de un lienzo pictórico se tratara, la catalana demostró su habilidad para crear gráficos etéreos cuya belleza acude a recursos efectistas como ese recurrente eje de simetría vertical. Aunque parezca ordenar la abstracción, duplicando sus formas y cromatismos, esta opción acaba por desvirtuar un brillante flujo de imágenes amparado en la amplia tradición de la música visual, aquella acogida con devoción por el Festival Punto y Raya.

2Manydjs (Foto: Meritxell Rosell)

2manydjs pusieron el Sonar Village patas arriba. Los hermanos Dewaele, acompañados de la dj británica Peach y el productor canadiense Tiga, hicieron bailar las masas del sábado con una sesión festiva que fomentó el salto y el griterío. La numerosa audiencia del escenario principal del Sónar de día fue testigo de una set desenfrenado de himnos pop (parecer ser que sonó la Rosalía) y dance music que el público celebró entre la cerveza y el calor, protagonistas absolutos de la tarde.

Lucrecia Dalt (Foto: Meritxell Rosell)

Lucrecia Dalt resultó del todo entrañable ante una audiencia mucho más reducida. Se acercó al SonarComplex para deleitar el personar con un show excelso en un escenario privilegiado. La colombiana presentó su disco “¡Ay!”, una grabación que la prestigiosa revista inglesa The Wire encumbró como la mejor del año pasado. Lo curioso del caso es que al finalizar el concierto resultó fácil pensar: “mejor en directo que en disco“. Pero es que fue realmente así. El espectáculo que presentó fue magnético, atrapó los oyentes des del primer minuto y no los liberó hasta el final del concierto. No hicieron falta pantallas ni juegos lumínicos espectaculares. Dalt, con su voz susurrante y sus programaciones minimalistas, estuvo acompañada por el baterista Álex Lázaro. Este percusionista, indudablemente excéntrico, distribuyó las diferentes partes de su batería customizada por encima de su cabeza. Su hiperactividad contrastó con la quietud y la serenidad de Dalt. Su voz generó tensión, congoja, fascinación. Su directo dejó a muchos asombrados por una fuerza escénica a menudo silenciosa. Logró transmitir sentimientos profundos, aquellos que asoman muy de vez en cuando.

Sábado noche

Samantha Hudson (Foto: Meritxell Rosell)

Eric Prydz, el maestro sueco del house, fue parte de esta gran fiesta audiovisual titulada HOLO. No decepcionó a sus fans, gracias a innovadores efectos de luz, rayos láser, animaciones 3D, hologramas de astronautas gigantes, ballenas, parabólicas gigantes, satélites y tornados que giraron alrededor del escenario –y sobre el público–, al ritmo de la música. Las animaciones se proyectaron sobre una pantalla enorme, transparente y reflexiva, Holo-Gauze (de 20×9 metros) que permite crear el holograma más grande del mundo. Samantha Hudson, la reconocida artista española, cantante, actriz, celebridad de internet y activista del colectivo LGTBIQ+, salió a darlo todo con su nuevo show ‘AOVE Black Label’. En él abrazó la electrónica más disruptiva y gamberra al estilo “bakalao”. Mostró su discurso provocativo, envuelta en cuero y rodeada de bailarines, ante un público que la adora. Vistosa e inteligente, ¡no se le puede negar su gran cualidad de icono cultural y performer!

Bad Gyal (Foto: Meritxell Rosell)

En repetidas ocasiones hemos visto a nuestra Alba Farelo, aka Bad Gyal, en un Sónar que la ha acompañado en su meteórico ascenso. Es aquí donde se crece, ante su impresionante legión de fans. El público que se acercó a verla coreó todos sus temas hasta “Fiebre”, canción que la catapultó y con el que cerró su concierto. La diva blin-blin gestionó con habilidad el dancehall y el dembow hacia el terreno del trap latino y los géneros urbanos. Poca broma, concentrar a más de 15.000 personas (como hizo el pasado febrero en el Palau Sant Jordi), no es tarea fácil. Zoe Jeanneau, la hispanofrancesa aka La Zowi, presentó en el SonarCar su mixtape ‘La Reina del Sur’. Ante el mismo público que gozó de Samantha Hudson, La Zowi le cantó a las drogas, el dinero, las marcas de lujo, el amor y el desamor sobre bases sonoras propias del trap y el reggaetón.

La Zowi (Foto: Meritxell Rosell)

Little Simz, una de las cantante de hip hop inglesas más relevantes del momento, demostró que su rap bebe estilísticamente de muchas raíces clásicas, con arreglos de instrumentos de cuerda y una mirada heterodoxa sobre el género. Ofreció un set dinámico, primero en solitario, más tarde acompañada de dos guitarristas. Es muy probable que en poco tiempo se convierta en una de las mejores estrellas del rap que cualquier festival querrá tener como cabeza de cartel.

Little Simz (Foto: Meritxell Rosell)

*Texto a 4 manos entre Albert Alcoz y Meritxell Rosell

Escrito por

Cine, música y artes visuales son las tres disciplinas que más me llaman la atención. Cuando se entrecruzan libremente, más enigmáticas e inquietantes me parecen. De adolescente fui fan de Pink Floyd, R.E.M. y Sonic Youth. En mi reproductor suenan muy a menudo CAN, Talking Heads, Tom Waits y Stereolab. También el jazz de los ’60, el rock alemán de los ‘70, el pop independiente de los ’80 y la electrónica de los ’90. He colaborado en diversos medios escritos sobre música y cine, especialmente de vanguardia y experimental.

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