Maria Arnal i Marcel Bagés (Barts, 4/7/17)

Maria Arnal i Marcel Bagés (Foto: Lorenzo Duaso / Festival Grec)

Tras la maravillosa cápsula acústica que nos regalaron semanas atrás en nuestro programa en Scanner FM, las expectativas ante este concierto eran altísimas. Y no éramos los únicos: después del concierto de meses atrás en el Apolo, el boca-oreja había funcionado como un proceso viral imparable, y las entradas para este show de Maria Arnal i Marcel Bagés en la sala Barts, dentro del festival Grec, estaban agotadas. Que uno de los fenómenos musicales del año recupere canciones de tradición oral reinventadas, y hable de la memoria histórica o las fosas comunes, da pie a la esperanza. Puede haber futuro, si la gente se da cuenta del poder que tiene…

Pasaban unos minutos de las 10 de la noche cuando Maria i Marcel salieron al escenario, con ese aire campechano y desenfadado de dos artistas que bien podrían ser los colegas con los que haces la cerveza en el bar de los chinos de la esquina. Pero cuando se meten en su papel y en su música, aquello transciende más allá de la cotidianidad. Puedes entrar en la sala con 1000 problemas y amarguras en la cabeza, que ellos se encargan de borrar todo eso de tu mente para que salgas de allí depurado y como nuevo. Una hipnosis basada en la guitarra y los juguetones efectos de pedal de Marcel, y en esa maravillosa voz sedante de Maria que empezó a lucir ya en las iniciales ’45 Cerebros Y Un Corazón’ y ‘Bienes’. Entre canción y canción, ella se encarga de explicar el origen de cada tema, y aunque es cierto que eso corta el ritmo del concierto y le resta dinamismo, también ayuda a completar el todo de la experiencia: aquello no va sólo de puro placer auditivo, sino también de fijarse en el pasado, de remover conciencias, y de pinchar al oyente, a ver si hay sangre y compromiso, o más bien horchata y despreocupación.

Maria Arnal i Marcel Bagés (Foto: Lorenzo Duaso / Festival Grec)
Maria Arnal i Marcel Bagés (Foto: Lorenzo Duaso / Festival Grec)

La primera parte del concierto se mueve en atmósferas más pausadas, íntimas o incluso lúgubres, con los dos sentados. Las primeras muestras de emoción desbordante que dieron mis poros fueron en mi preferida ‘Ball del Vetlatori’ (“nuestra canción más triste”), que incluso provocó lágrimas en el público. Sin darnos tiempo a respirar, pasamos de la muerte ‘A La Vida’, donde Maria canta en progresión, de menos a más rabia eufórica y vitalista, en un clímax que nos hace darnos cuenta del enorme privilegio que supone simplemente estar allí, viviendo ese momento. Marcel se retuerce como un caracol en cada riff de guitarra, sintiendo cada nota y cada acorde y lanzándonoslas como balas de miel. Además de los temas de su debut, recuperan canciones de su segundo EP, ‘Verbena’ (“el primero no lo escuchéis, que ya no nos gusta”), como ‘Cançó Del Taxista’ o ‘Cançó De La Marina Ginestà’ (referida a la miliciana antifascista de la famosa foto de la Guerra Civil en la azotea del Hotel Colón de Barcelona).

Llegado un punto del show, se levantan, aparece en escena David Soler (productor del disco) con una segunda guitarra, y las experimentaciones sonoras aumentan. Pedales, loops y efectos vocales parecen llevarnos del pasado al presente, del campo a la ciudad, del tradicionalismo a la modernidad (‘La Gent’, ‘No He Desitjat Mai Cap Cos Com El Teu’). Incluso juegan con el (tímido) público en ‘Canción Total’, dividiendo los coros de platea (“…de esta civililililili…”), primer piso (“…miedo ensordecedor y aburrimiento…”) y segundo piso (gritos histéricos). El primer bis es para ‘Desmemòria’ y para el ‘hit’: un ‘Tú Vienes A Rondarme’ que gana exhuberancia en directo, y que hace levantarse a la gente de sus asientos, mientras Maria hace brillar las ya de por sí brillantes palabras de una canción que primero te ronda tímidamente para acabar arrimándose y amarrándose a ti, descarada y jovial. Todavía hay tiempo para un segundo bis con ‘Tu Saps’, que cierra una hora y cuarto de terapia musical que consigue aliviantarnos de las carencias, las penas y las frustraciones donde flota, día a día, nuestro diminuto mundo.

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Rarito como un tema de Sonic Youth; me excito con el ‘Psycho’ de los Sonics; si me cabreo, Pistols, RATM, Sandré, riot grrrls o Los Punsetes; me ponen igual soul, r’n’b, ye-yé, garaje, punk, r’n’r, indie o brit-pop. De mayor quiero ser Patti Smith, Iggy o John Waters. Ateo hasta que conocí a PJ HARVEY. Fui negro en otra vida… y hago el impostor como periodista musical y deportivo en radio, TV, webs y revistas varias.

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