Hace unos días conocíamos la triste noticia de la desaparición en formato papel del histórico semanario musical New Musical Express. El popular NME (editado desde 1952 y que sigue ya sólo en su formato web) ha sido testimonio directo de la historia de la música británica de los últimos 66 años, llevando a la fama (y también destrozando) a infinidad de artistas y bandas, y siendo uno de los grandes responsables de la cultura del hype. Crearon la primera lista de éxitos musicales de la prensa británica, durante algunas épocas fueron la revista más vendida o la web más visitada, y también participaron activamente en la generación de movimientos musicales o rivalidades entre bandas. Pero también dieron pie a algunos momentos memorables de la historia de la música, como éste en el que nos fijamos.
Tal día como hoy de hace 25 años, el 20 de marzo de 1993, el NME publicaba la primera de las dos partes de una charla entre dos iconos de la historia de la música británica. Uno, lo era ya desde hacía décadas: David Bowie. El otro, hacía meses que protagonizaba portadas como la gran esperanza del pop británico: Brett Anderson. Tal y como te explicamos hace un par de meses en esta web, el 29 de marzo de ese 1993 se iba a publicar el debut de Suede, que había generado una enorme expectación con sus primeros singles. La prensa musical había encontrado muchos puntos en común entre el sonido de la banda londinense y los discos de Bowie, y eso provocó que el NME propiciara un encuentro entre el Duque Blanco (que también publicaba disco días después, ‘Black Tie White Noise‘) y el aspirante a sucesor del trono.

Uno de los grandes culpables de este encuentro fue el periodista Steve Sutherland. Según explicaba al principio del artículo, habitualmente le pasaba a Bowie cassettes con música que le parecía interesante. Habitualmente Bowie respondía con un cortés “gracias“, y poco más. Pero un día decidió enviarle una recopilación de canciones de Suede, con los dos primeros singles publicados, y material pirata que ya corría por aquél entonces. Y Bowie le admitió más tarde que “de todas las cintas que me has enviado, ésta es la única que supe al momento que era grande“. Así que cuando Sutherland le propone un encuentro con Brett Anderson, Bowie acepta encantado y alquila un apartamento en Camden Town con el propósito de dejarle escuchar al cantante de Suede las canciones del que será su nuevo disco. Una vez tiene el OK de Bowie, Sutherland le explica la idea a Brett (no quiso hacerlo antes, por si Bowie decía que no y eso le provocaba una decepción a Anderson).

Cuando llega el día, el cantante de Suede está hecho un manojo de nervios. Bowie, evidentemente, no. Ha traído una sesión de fotos que hizo 20 años atrás con el mismísimo William Burroughs, y se ha vestido de una forma similar, con elegante traje y sombrero de ala. Para romper el hielo, le dice a Brett: “¿Sabes qué? Hoy yo haré de Burroughs, y tú harás de mi“. Bowie pone su nuevo disco, beben té, ríen, y la conversación empieza a fluir. Un Anderson todavía un poco cortado elogia a David, y cuando el cantante de Suede va un momento al baño, Bowie le dice a Sutherland: “¿Verdad que se parece un poco a un joven Jimmy Page?“, y recuerda que el guitarrista de Led Zeppelin había tocado en una sesión con él cuando éste era un chaval.

Al volver Brett, poco a poco más relajado y seguro de sí mismo, empieza una apasionante charla en que hablan de todo, y que queda resumida en dos entregas de la revista (20 y 27 de marzo de 1993): el glam rock, el corsé de las etiquetas musicales, las ideas preconcebidas que tiene la gente de sus estrellas del rock, la sexualidad y la ambigüedad con la que juegan tanto Bowie como Brett… se refieren al libro ‘Sex’ de Madonna; charlan sobre Morrissey y The Smiths; también sobre Tin Machine y la pérdida de autoconfianza de Bowie durante los años 80; sobre el uso y el abuso de las drogas; el funcionamiento de la industria musical… Bowie admite sentir admiración por los Pixies y dice que le molestó que Nirvana tomara prestado gran parte de su legado; se refiere a Brett como “hijo mío” y éste entra al juego llamándole “papá“; el cantante de Suede también asegura que huye de las relaciones sentimentales porque la tensión fomenta la creatividad y un exceso de confort emocional la mata; y acaban coincidiendo que “el arte es una carga” y “el genio es dolor“.
La velada pasa volando, y aunque Sutherland tenía estipulada una segunda entrevista en solitario con Bowie para hablar exclusivamente del nuevo disco a punto de publicarse, ya no hay tiempo para más. Brett y Bowie intercambian teléfonos y éste le promete que irá a ver algún concierto de Suede. Dice que se ha divertido mucho y se va. Posteriormente, Anderson le dirá al editor de NME John Mulvey que también disfrutó mucho de la charla. Asegura que al principio “estaba más cagado que cuando subía a un escenario“, por temor a llevarse una decepción con un ídolo como Bowie y acabar volviendo a casa y romper todos sus discos. Pero es justo todo lo contrario. El cantante de Suede admite que es una de las personas más agradables que ha conocido en la vida, y explica que olía a Chanel y flotaba dentro de su traje. Y lo resume con un “Ha sido como ‘Jim I’ll Fix It‘”, popular programa de TV de la BBC en que los niños hacían realidad sus deseos…

Si quieres leer la deliciosa entrevista completa, lo puedes hacer en estos enlaces: 1ª parte (20 marzo 1993) y 2ª parte (27 marzo 1993). Las fotografías para inmortalizar este histórico encuentro son de otro personaje ilustre: el fotógrafo Anton Corbijn.