Se respiraba esa extraña quietud que siempre acompaña a las grandes noches en la Sala Apolo y que tan difícil resulta de explicar. Simplemente se siente. Había ganas y las expectativas eran muy altas. Hacía seis años que Band of Horses no tocaba en sala en la Ciudad Condal y los diez minutos de retraso con los que arrancó el concierto se hicieron eternos. La espera, sin embargo, valió la pena.
Superlativos. Así podría calificarse a Ben Bridwell y a sus colegas de aventura tras una hora y media de concierto. Corto, pero intenso. Y potente, mucho. Incluso canciones tan delicadas y susurrantes como St. Augustine sonaron ayer más electrizantes y potentes que nunca. De hecho, los americanos nunca se bajaron de un caos controlado de esos que te mantienen atento en todo momento. Nadie hablaba salvo entre canción y canción y únicamente comentar la jugada. Desde estas líneas, gracias.
El concierto arrancó con tres tema de Why are you ok (2016) , el regreso a la crudeza y las raíces tras un disco anterior menos intenso y duro. El rock más americano se entrelazó con el country y el folk en un despliegue de estilos y recursos que justifican el status conseguido por una de las grandes bandas del momento. Decimos que hubo tiempo para todo tipo de estilos en el repertorio de la Sala Apolo, pero lo cierto es que si algo demostraron los de Ben Bridwell es que por encima de todo son una banda de rock independiente y que no dejan a nadie indiferente. Todos los presentes dimos fe de ello. Incluso no importó que Murphy y sus leyes hicieran que dos de las personas más altas de toda la sala se colocaran justo delante de mi poco más de metro y medio de altura. De normal suelo desconcentrarme fácilmente ante la dificultad de mantener un constante contacto visual con el escenario. Ayer no fue el día. No me importó. Bastaba con escucharlos. Solo eso. Cerrar los ojos y dejarse llevar. Felicidad.
La intensidad del concierto fue creciendo y también el nerviosismo. Avanzaban las canciones y seguía sin sonar The Funeral. Sí lo hacían otras canciones como la ya citada St.Augustine -excepcional- o la erizante Casual Party con sus estribillos a cuatro voces. Se agotaba el tiempo y Band of Horses abandonó el escenario durante unos minutos demasiado largos antes de tocar los dos últimos temas de la noche.
Si pocos fueron los que no gritaron Is There a Ghost, menos todavía los que no entraron en una especie de trance nada más sonar los primeros acordes de The Funeral. De piel de gallina y pelos de punta, todo así junto y revuelto. Emoción en estado puro. Éxtasis.
Existen canciones que tienen la capacidad de parar el tiempo y The Funeral es una de ellas. Por el dramatismo de sus pausas, por la letra, por las emociones que despierta y por la comunión que se produce entre Ben Bridwell y el público. El tiempo se detuvo ayer a eso de las 22.45h de la noche en la Sala Apolo y unos cuantos afortunados estuvimos presentes. Canciones y conciertos de esos que dejan huella.