Suede (Razzmatazz, 19/05/22)

Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)

El sábado 9 de noviembre de 1996, un jovenzuelo salía a toda hostia del trabajo, cogía Ferrocarrils de la Generalitat desde el Vallès hasta Catalunya, hacía transbordo en el metro hasta Marina, y al sprint se plantaba en la sala Zeleste para ver derrapando a los Boo Radleys. En pleno apogeo del britpop, la banda de Wallasey abría la noche para las estrellas en mayúsculas de la velada: Suede. Brett Anderson y compañía llegaban con aires renovados, y tras superar la crisis que supuso la marcha de Bernard Butler (mitad compositiva vital en sus dos primeros y excelentes discos, ‘Suede’ y ‘Dog Man Star’), renacieron como el Ave Fénix cascándose otra obra maestra para completar un insuperable tridente inicial de álbums: y es que, cuando medio mundo ya les daba por muertos, ficharon a un jovencísimo fan de 17 años, Richard Oakes, y también al primo del batería Simon Gilbert, Neil Codling, y sorprendieron a propios y extraños con ese artefacto de mísiles pop que fue ‘Coming Up’. Su disco más accesible hasta esa fecha, y el que caló más rápido entre un público ávido de melodías infalibles para corear en noches de hedonismo extremo, autocastigo corporal y decadencia moral.

El jueves 19 de mayo de 2022, 26 años después (y 29 años y 10 días desde aquél lejano primer concierto de Suede en la sala Estandard de Travessera de Gràcia), el ya no tan jovenzuelo antes citado se plantaba en la rebautizada Razzmatazz para afrontar uno de esos reencuentros que mezclan ilusión, nostalgia, algo de miedo y cierto anhelo de aquél pasado que ya no volverá. Aquél mundo que mirábamos con ojos naïve y que tantas hostias nos ha dado ya, plantándonos ante un futuro que no presagia nada bueno. Seguramente sentimientos similares afloraban entre las centenares de personas que le rodeaban, con media de edad más alta de lo habitual, y que agotaron las entradas para este concierto del 25 aniversario de ‘Coming Up’ retrasado por la pandemia. Otro elemento significativo para explicar la expectación que había por este concierto es la cola al llegar poco antes de las 19h, hora fijada para abrir las puertas, para un concierto que empezaba a las 20:30h. En primera fila, una súper fan de la banda con la que hemos coincidido en otros shows me explica que ha hecho cola desde las 15h… y ya había gente delante suyo! La firma de Brett en el brazo compensa esos sacrificios que se hacen en estos casos, por pura devoción que va más allá de lo racional. Quien no lo haya sentido no podrá entenderlo nunca.

Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)

Tras una hora y media interminable de espera haciendo estiramientos para evitar la atrofia muscular y disfrutando por el altavoz de una selección musical que va de los Sonics a Wet Leg, por fin llega el momento: ahí salen Simon Gilbert (batería), Matt Osman (bajo), Richard Oakes (guitarra), Neil Codling (teclados y guitarra) y Brett Anderson, con un carisma que no cabe en las 5 salas de Razzmatazz. Elegante camisa azul, pantalones ajustados, y la sonrisa del que se sabe vencedor antes de empezar. Sin sorpresas en el setlist, el cumpleaños de ‘Coming Up’ empieza con ‘Trash’, y también inaugura el festival de saltos, coros y ‘la-la-las‘ que se nos viene encima. Brett deja claro desde el inicio que ha venido a jugar, y le falta poco tiempo para brincar a izquierda y derecha del escenario, arrodillarse, dar la mano a las primeras filas, o subirse al lateral a saludar y tocar las bambas de la gente que lo ve sentada en el primer piso diciéndoles “I like your shoes“. Un auténtico ‘Filmstar’ de 54 años que parece que siga teniendo 18…

Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)

Las canciones de ‘Coming Up’ se van sucediendo una detrás de otra por riguroso orden del disco: con ‘By The Sea’ llega el primer momento de piel de pollo; ‘She’ suena poderosa, y da paso a otro de los clímax de la noche. Brett se planta al frente del escenario y empieza a corear el ‘la-la-lala-la-lalá‘ de ‘Beautiful Ones’ e invita al público a unirse, antes de que la banda se enganche y aquello sea la fiesta. ‘Starcrazy’ nos deja a los pies de ese final calmado del álbum, como cuando la noche se convierte en día, las energías se moderan y los ‘beautiful ones’ ya son despojos humanos: ‘Picnic By The Motorway’, ‘The Chemistry Between Us’ y Brett nos pide que hagamos ver que no es jueves sino sábado, antes de empezar a cantar: “Today she’s been walking, she’s been talking, she’s been smoking. It’s gonna be alright“. La piel ya está a punto de ponerse del revés, y aunque acaba el disco, no lo hace la noche de falso sábado. No se vayan todavía, que aún hay más…

Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)

Tras el teatrillo de la rigurosa retirada, vuelven. Y quien se pensara que harían las 2 o 3 canciones de rigor antes de irse definitivamente, estaba bien equivocado. El segundo concierto de Suede de esta noche empieza recuperando una de las grandes canciones de ‘Bloodsports’, ese disco irregular pero con 3 o 4 joyitas a la altura de un legado como el de la banda: ‘It Starts And Ends With You’. Suena una guitarra poderosa que nos lleva a ‘Dog Man Star’, la última obra maestra del dúo Anderson-Butler antes de partir peras: ‘Killing Of A Flash Boy’ y ‘We Are The Pigs’ son un chute de adrenalina y esto ya no hay quien lo pare. La camisa de Brett ya no es azul, sino negra, y no sé cuántos kilos de sudor debe haber perdido ya, ahora acumulados en esa tela nada transpirable. Por un momento le falta el aire, pero se recupera y lo canta bien clarito: no tenemos suficiente. Frenan un poco y hacen la única concesión a su último disco de estudio hasta la fecha, ‘The Blue Hour’, con la canción que lo cierra: ‘Flytipping’. Y la banda se va… pero no Brett.

Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)

Mr. Anderson se planta al frente, se sienta con una acústica, y dice que llega el momento de dejar de charlar, guardar silencio y prestar atención, porque la música trata de eso: de la conexión entre músico y oyente. Ovación, “shhhhhhh!” a los ‘retarded ones’ que siguen de cháchara, un grito de una chica que se oye hasta Les Corts (“¡que os calléis ya, coño!”), y Brett se pone a acariciar suavemente las cuerdas de la guitarra y las suyas propias en ese cuello que aguanta sorprendentemente bien el paso del tiempo, más allá de algún agudo al que ya cuesta llegar con sus tan característicos falsetes: sólo entonar “There’s a song playing on the radio“… sientes los ojos humedecerse, y aquello es alegría pura. Alegría de vivir, de estar allí en ese justo momento y no en ningún otro lugar del planeta, y de todo lo vivido desde la primera vez que escuchaste esa canción: lo bueno y lo malo; lo disfrutado y lo sufrido. L@s que una vez fueron aspirantes a ‘wild ones’ y acabaron desapareciendo como simples ‘no ones’ porque no merecían más…

Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)
Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)

Habría sido un bello final, pero quedaban balas en la recámara. Y menudas balas… no deja de ser contradictorio que sigamos cantando ‘So Young’ 30 años después, pero sigue teniendo el poder rejuvenecedor de aquellos lejanos días: sin pelo, cegato perdido, medio cojo, cascarrabias… pero “we’re so young and so gone!“, ¡qué narices! ¿Antes aguantábamos todo el concierto dando botes y ahora tenemos que dosificarlos? Sí, pero cuando empieza ‘Metal Mickey’ siento que toco el techo a cada salto, y la palabra ‘excitación’ se queda corta. ¡JODER QUÉ ORGASMO-HOSTIA-PUTA-YA! Y espera, que viene ‘Animal Nitrate’… la sala huele a feromonas, a sudor, a electricidad y a ese nitrato animal que “turns you oooooon, ooooon!“. Y se vuelven a ir. ¿Volverán otra vez…?

Pues claro que vuelven. Un desconocido y yo coincidimos: falta ‘New Generation’, a nosotros no nos la pegáis. Y ahí están sonando las notas de un himno que un día le cantaron a una nueva generación que se quedó entre los escombros de esta sociedad putrefacta. Entre sueños rotos, falsas esperanzas, y la eterna mentira de una democracia que no existe más que en la imaginación de los ingenuos y en la mentirosa boca de esa mediocre clase política que no logramos quitarnos de encima, como tampoco al maldito capitalismo ni a la distopía orwelliana que se ha hecho realidad. Pero aquí estamos, con toda nuestra rabia acumulada, aceptando nuestra (gran) parte de culpa, sobreviviendo como podemos a todo este control, quitándonos de encima todos los miedos que intentan inculcarnos, y con estos momentos de felicidad extrema que nunca podrán robarnos. Con esa conexión a la que ellos nunca podrán aspirar. Noches como ésta son de las pocas cosas verdaderas, reales y humanas en las que aún podemos confiar. Quizás no mucha, pero aún queda algo de belleza a la que agarrarse en nuestras vidas de caótica espiral sin sentido, egoísmo extremo, idiotización general y pantallas que van directas al vacío. “And maybe we’re just kids who’ve grown. And maybe not…

Y lo de Brett… madre mía lo de Brett: ha hecho un pacto con el diablo, no le encuentro otra explicación…

Suede (Foto: Christian Bertrand / Primavera Tours)

Setlist:

  • Trash
  • Filmstar
  • Lazy
  • By The Sea
  • She
  • Beautiful Ones
  • Starcrazy
  • Picnic By The Motorway
  • The Chemistry Between Us
  • Saturday Night

Bis:

  • It Starts And Ends With You
  • Killing Of A Flash Boy
  • We Are The Pigs
  • Can’t Get Enough
  • Flytipping
  • The Wild Ones (solo acústico Brett)
  • So Young
  • Metal Mickey
  • Animal Nitrate

Bis 2:

  • New Generation

 

Escrito por

Rarito como un tema de Sonic Youth; me excito con el ‘Psycho’ de los Sonics; si me cabreo, Pistols, RATM, Sandré, riot grrrls o Los Punsetes; me ponen igual soul, r’n’b, ye-yé, garaje, punk, r’n’r, indie o brit-pop. De mayor quiero ser Patti Smith, Iggy o John Waters. Ateo hasta que conocí a PJ HARVEY. Fui negro en otra vida… y hago el impostor como periodista musical y deportivo en radio, TV, webs y revistas varias.

10 Comments

  • muchísimas gracias! yo lo viví tal cual lo cuentas, fantástica descripció. Se me han caído las lagrimas.. por nostalgia y … por compatrir el sentimiento de felicidad ante la belleza de las cosas auténticas. Estupendo el concierto y precioso el artículo.

    • Moltíssimes gràcies per les teves paraules, Roser. Per aquí també van caure algunes llàgrimes mentre les paraules rajaven soles davant el teclat… 😉

  • Buena crítica aunque hay un punto que no comparto: la exigencia de silencio en una canción. No sólo no lo comparto sino que incluso me molesta. Primero que estamos en un concierto de rock, no en el palau de la música. Recuerdo que una vez viendo a Jean Michel Jarre un sector del público pedía que todos nos sentáramos en el suelo y estuviéramos en silencio. Perdona, yo pago mi entrada como todos y tengo derecho a disfrutar del concierto como me dé la gana.
    Y en Razz que es una discoteca con su consiguiente ambiente festivo no me vería nunca con el derecho de exigir silencio y menos de esas formas. Igual también sois algo retarded.

    • Gracias por tus palabras, Alex.

      Lo del silencio es algo que se resume en 3 conceptos muy simples: EDUCACIÓN, SENTIDO COMÚN Y RESPETO. Primero, hacia los artistas que están sobre el escenario tocando para ti, y que también lo hacen para el resto de la audiencia (y, en este caso concreto, BRETT PIDIÓ ESPECÍFICAMENTE Y REPETIDAMENTE SILENCIO, porque iba a interpretar una canción como ‘The Wild Ones’, a un volumen suave porque la fuerza de dicha canción reside en la atmósfera íntima que genera. Atmósfera imposible de alcanzar con el escándalo que había en la sala, como pasa desgraciadamente muy a menudo en las salas de esta ciudad). Cuando él y gan parte del público entre los que me incluyo pedimos silencio con el clásico ‘shhhhhhhh’ para que la canción pudiera empezar, mucha gente pasó de todo y continuó con las tertulias obviando completamente el concierto y al artista, hecho que provocó la reacción que aplaudo totalmente de aquella chica que lo exigió a gritos, completamente harta del egoísmo y la mala educación de unos cuantos (sentimiento compartido en este caso por el artista y por gran parte del público, yo incluído); lo que hizo aquella chica fue una REACCIÓN completamente humana para que todo el mundo pudiera disfrutar de la canción, ante la ACCIÓN previa egoísta de unos cuantos que estaban impidiendo que el concierto continuara con normalidad.

      Segundo, y relacionado con esto último, respeto al resto de la gente que ha pagado su entrada para escuchar a la banda, no las tertulias a gritos de maleducados egoístas en un entorno en el que, por el propio ruido de la música, resulta imposible hablar a un volumen sensato y se acaba gritando, provocando una interferencia terriblemente molesta e irritante para poder disfrutar del show (y, además, no es el momento de hacerlo; si quieres conversar, hazlo antes o después del concierto mientras haces la cerveza, donde no molestarás a nadie. O, si quieres comentar algo del concierto, hazlo brevemente y sin gritar entre canción y canción, y cuando acabe el bolo ya comentarás la jugada tranquilamente y con detalle). Se trata de saber estar en cada momento y en cada contexto. A eso que dices de que “tengo derecho a disfrutar del concierto como me dé la gana” le falta un matiz básico: mientras no molestes a los demás. No estás solo en el mundo, vives rodeado de gente, y en este caso concreto estás en una sala de conciertos con mucha gente más, viviendo una experiencia colectiva, y tu libertad acaba donde empieza la de los demás. Por eso mismo, yo no me pondré a bailar repartiendo codazos y patadas, ni tiraré vasos de cervezas a la banda, por mucho que quisiera hacerlo “porque tengo derecho a disfrutar del concierto como me dé la gana”. No, no lo tengo, ni tú tampoco. Hay límites, por respeto a los demás y por sentido común, eso que tanto falta hoy en día en esta sociedad terriblemente egoísta.

      Y Razz es una discoteca cuando hay sesiones de DJs. Cuando toca una banda, Razz es una sala de conciertos, y ese es un contexto completamente distinto. Volvemos a lo de saber estar en cada momento y en cada contexto. En una discoteca la música acompaña el momento, la socialización, y te invita a bailar, a beber y a conversar; en un concierto la música es el centro de todo, el leit motiv, porque todos hemos ido allí y hemos pagado una entrada para escuchar y disfrutar de la música en directo, no para escuchar tertulias ajenas totalmente fuera de lugar y de momento. Si quieres conversar, la ciudad está llena de bares para hacerlo tranquilamente sin molestar ni ser molestado (nadie te hará callar en un bar porque ese sí es un contexto adecuado para charlar). De la misma manera que, por respeto a los demás, sería impensable ir al cine o al teatro y ponerte a comentar la película como si estuvieras en el sofá de tu casa, un concierto es exactamente lo mismo: un espectáculo cultural colectivo para disfrutar entre todos y respetándonos entre todos. Como bien dijo Brett, se trata de que haya conexión ente artista y público, y para que eso pase tiene que haber respeto y atención hacia lo que está pasando en el escenario y a tu alrededor. Volviendo al inicio, respeto al artista y respeto al resto de espectadores. Hay mundo más allá del propio ombligo.

  • Coincidisc totalment amb el sentiment que li has ficat a la crònica. Com vaig anar soles al concert, no vaig poder compartir amb ningú l’emoció que vaig sentir eixa nit. Així que també m’ha caigut alguna llagrimeta d’alegria llegint-la. M’has fet reviure els bons moments que ens van donar. Per cert, estava al costat del xic al qual Brett li va tocar les sabatilles, va ser un moment molt autèntic que el teu ídol et toque el peu.

    Estic totalment d’acord amb el que comentes de la falta de respecte que hi ha cap als músics i la resta de públic quan la gent es fica a parlar en els concerts. No sols ocorreix a Barcelona, a València també passa. En youtube està l’actuació que va fer de “The wild ones” en acústic eixa mateixa setmana en el Tivoli d’Utrecht i fa goig vorer la connexió i el clima que es crea perquè tothom està en silenci.

    En fi, va valdre la pena les vuit hores d’anar i tornar en bus des de València perquè estes són les coses boniques de la vida i que et fan sentir viva. Per sort, sembla que tenim Suede per a temps, avui mateixa han tret nova cançó i per a setembre nou disc. Així que estem de sort!
    Moltes gràcies per l’article, la playlist i les fotos super xules.

    • Guau! Vas fer 8 hores en bus per veure el concert? Em flipen aquestes històries, bravo per tu! Que no ens treguin mai la passió per fer aquestes coses que se surten de la ‘norma’. La falta de respecte als concerts m’escalfa moltíssim, és una cosa que no puc entendre i que em posa furiós. Ara mateix busco aquest vídeo que esmentes. I sí, hem compartit la cançó a twitter! No ens farem grans expectatives per si de cas, però fa goig veure’ls encara amb la inquietud i la força de seguir traient nou material. Moltes gràcies a tu per les paraules! Celebro haver connectat sentiments amb les paraules

  • Agradecerte tu réplica Ignasi porque has contestado con excelente educación y con buenos argumentos pero hay en un punto en que discrepo. Te pongo un ejemplo. Yo puedo ir a una obra de teatro y si a la mayoría de la gente no le gusta está en su derecho de silbar o abuchear y sí a mí me gusta me tengo que aguantar aunque me jorobe. Si esto lo extrtrapolo a un concierto en que tocan una canción que no me gusta y silbo es algo similar no crees? Hablas de respeto y educación pero tambien está la libertad de expresion aunque sea en minoria. Porque otras veces a mí me pasará lo contrario. Algo que me gusta lo están poniendo a parir y me tengo que aguantar. Nunca llueve a gusto de todos. Un saludo.

    • Gracias también a ti, Álex, por debatir con argumentos y educación. Sinceramente creo que lo que expones es otro tema completamente distinto: lo del respeto y la educación lo decía refiriéndome a la gente que habla e interfiere al normal desarrollo de un concierto, algo que me parece un acto de egoísmo y falta total de sentido común. Estoy completamente de acuerdo que lo que dices de silbar o abuchear entraría en el terreno de la libertad de expresión, y me parece completamente lícito, por mucho que estuviera más o menos de acuerdo con ese juicio de valor en un concierto, obra de teatro, etc: es igual de legítimo aplaudir y mostrar entusiasmo como criticar o mostrar desacuerdo con lo que esté pasando sobre el escenario, faltaría más. Saludos

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