Maika Makovski (TNC, 23/12/21)

“Cancelar habría sido un insulto, una palabrota“, dijo Maika Makovski. No eran días fáciles: el martes el batería Sam Bredïkhin y el técnico de sonido Isaac Rico habían dado positivo, a las puertas del doble concierto en el Teatre Nacional de Catalunya de miércoles y jueves. El lunes se habían anunciado las nuevas restricciones en Catalunya a causa de la variante Omicron del covid, y durante la semana empezaron a caer como churros cancelaciones de conciertos. Y en esa tesitura, Maika y su banda decidieron que los shows seguían adelante, y que no iban a dejarse derrotar tan fácilmente. En un contexto así, llegamos a la sala siendo plenamente conscientes de que quizás fuera el último concierto que veamos en un tiempo (aunque aún tenemos alguno agendado antes de que acabe el año), así que la intención era clara: disfrutarlo como si no hubiera un mañana.

Maika Makovski (Foto: Sergi Panizo / TNC)

Con el apoyo escénico de unos plafones con dibujos en colores blanco, azul y rojo (los mismos que el vestuario de la banda), salieron Maika, Mariana Pérez (haciéndose cargo de la batería como hace también en The Mani-Las), Dani Fernández (bajo) y Adrián Martínez (guitarra). Y no hicieron falta demasiados minutos para que nos mostraran abiertamente sus cartas: energía a raudales, contundencia, aplomo, y un sonido para atropellarnos y llevarse por delante todo lo que se les cruzara por el camino. Y aunque venían a presentar el último disco de Maika (‘MKMK’, 2021), el repertorio miró a toda la trayectoria de la artista mallorquina, pintada de rock’n’roll clásico, momentos de country rock, funk o hasta ópera rock.

Así, ‘Scared Of Dirt’ y ‘Reaching Out To You’ fueron las únicas piezas del último disco en la parte inicial del show, dejando protagonismo a clásicos de Maika de hace una década, como la árida ‘Lava Love’ (cuando la escucho siempre pienso en el ‘Down By The Water’ de PJ Harvey), ‘Only Innocence Is Capable Of Pure Evil’ (con unos misteriosos brazos con maracas saliendo de entre las telas de colores del fondo), ‘Language’ o ‘When The Dust Clears’. Y a pesar de la baja de Sam, Maika y Mariana intercambiaron instrumentos igualmente, demostrando su pericia, fuerza y talento polifácetico. La mallorquina desprendió la simpatía y espontaneidad habitual, repartiendo elogios a Barcelona (la que fue su casa durante años), animando a la gente a disfrutar a pesar del contexto, y reivindicando su militancia ecologista al explicar la pesadilla que tuvo noches antes: se veía yendo a la FNAC y encontrando su disco… envuelto en plástico!

La noche nos iba a dejar más momentos especiales, como ese ‘Tonight’ con los 4 a capella sin necesidad de instumentos para encender al público; o la versión del ‘This Time Ain’t Big Enough For Both Of Us’ de los Sparks (donde Maika volvió a demostrar la increíble cantidad de registros vocales que es capaz de alcanzar); y también la aparición en el tramo final de Ovidi Tormo, el altísimo guitarra y vocalista de Los Zigarros. Uno de los temas en que acompañó a la banda fue la calmada ‘Not In Love’, aquí reconvertida en canción de rock’n’roll enérgico. Los bises fueron ya territorio exclusivo para canciones del último disco, poniéndole el lazo a una enorme noche de rock encima rematada con el ‘Barefootin’ de Robert Parker sonando por los altavoces mientras se despedían. Momento en que agradecieron también a las personas que hicieron posibles los dos shows: Xavi Ollé para cubrir la baja de Isaac a los mandos del sonido, Jokin Iriarte con las luces o Gema Polanco a cargo de la escenografía. Una velada sólo aguada por las butacas y un setlist que nos supo a poco. Pero dicen que es mejor dejar con ganas de más, así que ya esperamos con los brazos abiertos a que vuelvan, y sintiendo por Maika y su bandaza lo mismo que el lema de su camiseta: ‘amor atómico’.