“Un día irás a ver a Fuerza Nueva y cantarás el himno de la legión“. Si alguien me llega a decir algo así hace un tiempo le tomo por loco/loca, y me apuesto toda mi colección de discos a que eso no ocurriría nunca. Pero en la vida ni todo es lo que parece ni puedes decir nunca “de esa agua no beberé“. Ese es precisamente el juego de Fuerza Nueva, el proyecto conjunto de Los Planetas y Niño De Elche: deconstruir símbolos, alterar significados, y provocar. De eso va el arte. De provocar. Sea provocar reacciones, emociones o reflexiones. Pero nunca dejar indiferente. Y que esa obra de arte (sea un libro, una película, una obra de teatro, una canción…) te aporte o te cambie algo respecto a quién eras antes de entrar en contacto con dicha obra. Y a eso salieron en la primera de las dos noches consecutivas de presentación en Barcelona de su disco homónimo de debut en el Teatre Coliseum, dentro del ciclo Piñata: a provocar.
Sólo entrar recibías el primer impacto, con las capuchas de nazareno haciendo de pantallas de luz iluminadas, o la imagen de la portada del disco en la pantalla tras el escenario, con esa España partida por un rayo con estética de Joy Division (en su día ellos también tomaron la imaginería nazi, provocando absurdas polémicas similares a las generadas por Fuerza Nueva 40 años después). Uno no sabía si estaba en una convención de un partido de ultraderecha, en una reunión del Ku Klux Klan, o en una congregación de nazarenos en Semana Santa. Salieron los 5 Planetas y Niño de Elche al son de ‘Santo Dios’, la reconstrucción del himno de Andalucía, apoyada por el videoclip de la canción que muestra a domadoras de leonas, sanadores o al criminal fascista que tuvo el poder durante 40 años de régimen totalitario en España. Imágenes de un país con olor a rancio franquismo y naftalina que, de manera surrealista, debería ser pasado y sigue siendo tristísimo presente, por culpa de miles de enajenados que le hacen tantísimo daño a ese país al que dicen amar (como si amar a un país no fuera suficiente enajenación…).

El show se sucedió casi por el mismo orden que el disco, con papel destacado de dos de los protagonistas: por una parte, un Niño de Elche con una voz portentosa y llena de emoción, que lleva a terrenos próximos al flamenco o a las saetas esos temas atmosféricos, progresivos, que flotan etéreos y te llevan a estados mentales próximos a una hipnosis sónica y litúrgica, casi religiosa. Y por la otra, un Éric Jiménez descomunal, desbocado, que golpea su batería con rítmica violencia hasta generar épicos subidones y clímax emocionales en esas composiciones que construyen Jota y Floren a las guitarras, Banin al teclado y Julián al bajo. El uno te seda, el otro te despierta a hostias.
Continuaron pinchando a los oyentes con la reconstrucción de Els Segadors, himno de Catalunya (rebautizado como ‘Canción Para Los Obreros de Seat’), especialmente aplaudido al principio con ese verso inicial “Barcelona gran ciudad” con el que reinventan la letra original y en la que insieren un texto recogido por el filósofo situacionista Guy Debord. Mientras se proyecta el videoclip de Andrés Duque con imágenes de Puigdemont y diversas personas desnudas y tatuadas, Niño de Elche canta “¡Con la pistola, hermanos proletarios!“, transformando el himno en alegato proletario, revolucionario y antinacionalista. El primer guiño al cancionero de Los Planetas llegó con ‘Tendrá Que Haber Un Camino’, justo antes de otro de los ejercicios de vaciado de significado de canciones que, originalmente, no fueron concebidas para el uso que se les acabó dando: es el caso de ‘El Novio De La Muerte’ (primero de los temas del show en que Jota toma el protagonismo vocal), adoptado en su día por la legión como himno a partir de una canción de cabaret de los años 20, y aquí nuevamente hurtado. Y es que, quien roba a un ladrón… como en el disco, ‘Santo Domingo’ cerró el concierto… o al menos el repertorio de Fuerza Nueva.

Y es que hubo bis, claro. Un tiempo añadido en que Éric y Banin se pusieron los capirotes para atacar la segunda canción de Los Planetas y última de la noche: ese ‘Romance De Juan Osuna’ que cerraba ‘Una Ópera Egipcia’, aquí interpretada con aires más rock, y en que la imaginación te lleva a los Ramones del ‘The KKK Took My Baby Away’ sugeridos por amistades en la previa. Una hora y diez minutos escasos de abstracciones, deconstrucciones y provocaciones. Tiempo suficiente para volver a pensar en la mierda de realidad y de país neofranquista, ultracapitalista y farsante en el que vivimos, al ritmo que marcan los bufones disfrazados de políticos y aquellos que manejan los hilos invisibles que les mueven. Muerte a los himnos. Muerte a las banderas. Muerte a las proclamas que piden muerte. Y, ahora que se cumplen 10 años de aquél 15-M que el tiempo ha convertido en una nostálgica colección de buenas intenciones naïf, reflexionar también sobre las palabras de Jota en una entrevista estos días en La Vanguardia: “la única vía para salir de esto es algo tipo la Revolución Francesa“. Esa sí que sería una fuerza nueva, no cabe duda…
Setlist:
- Santo Dios
- Los Campanilleros
- Mariana
- La Cruz
- La Canción De Los Gitanos
- Canción Para Los Obreros de Seat
- Tendrá Que Haber Un Camino
- El Novio De La Muerte
- Santo Domingo
Bis:
- Romance De Juan Osuna