Hacía 4 meses que no pisaba la Sala Apolo, pero la ocasión bien merecía la pena. El londinense Benjamin Clementine volvía a Barcelona a presentar el fantástico ‘And I Have Been‘ (2022) y la noche prometía emociones a flor de piel. Tras haber pisado otros escenarios de la ciudad como el Palau de la Música, Razzmatazz, el Parc del Fórum o el Teatre Tívoli en visitas anteriores, esta vez era el turno de la sala de Nou de la Rambla, con entradas agotadas. Un mérito mayor, si cabe, en esta época del año en que los bolsillos post-vacaciones y post-festivales están más bien renqueantes.

Con màxima expectación y la sala llena hasta el piso superior salió Benjamin a escena a las 21:12h. Descalzo, quizás para sentir aún más las vibraciones y energías de un público ávido y entregado desde el inicio. Pantalones blancos y filipina de un tono gris perla claro. Pelo desgarbado y esa mirada perdida, entre demencial y ebria, que te atraviesa cuando te apunta directamente a los ojos. Físicamente, con un aire a Little Richard o al Michael Jackson de ‘Thriller’. De espíritu, y como muy bien apuntaba el amigo y también redactor de la casa Rubén García, como una versión masculina contemporánea de Nina Simone. Así, solo al piano declamó el “So many ways, so many ways to love…” con el que empieza ‘Atonement’ y comenzó un viaje progresivo creciente que nos iba a llevar, durante casi dos horas, por los caminos que él quiso en todo momento. Como si fuéramos marionetas en sus manos, dirigiéndonos por una carretera serpenteante de emociones de todo tipo.
Salió entonces Seye Adelekan a marcarle el punteo de bajo de ‘Residue’, canción que abre el último disco del londinense, ya levantado para cantar a su lado por primera (pero no última) vez. Compenetración y complicidad que luego se verían completadas por el batería italiano Matteo Bussotti y un cuarteto de cuerdas con el que ponerle el lazo a un sonido fantástico: Natalia Dudynska y Alexei Dolouv a los violines, Luicelis Vasquez Montilla a la viola y Kinga Sadzinska al cello. ‘Gypsy, BC’, la maravillosa ‘Delighted’ y ‘Difference’ completaron un bloque inicial de canciones del último álbum que Benjamin aprovechó para radiografiarnos con esa mirada imponente y desconcertante, sintiéndose cada vez más y más cómodo.

Entró entonces a recuperar canciones de los dos primeros discos (‘At Least For Now’ y ‘I Tell A Fly’), y empezó a desmelenarse con su cara más teatral, desvergonzada, divertida e incluso cabrona, como cuando dijo sentirse encantado de estar en “Barcelona, Catalunya... but I prefer Madrid! Hala Madrid! Cristiano Ronaldo!“, alborotando a una audiencia que respondió con abucheos entre risas, consciente del juego provocador de Clementine (si nos lees desde Madrid, esperamos con ansia saber si allí hará lo mismo al revés animando al Barça y a Messi…). En ‘Winston Churchill’s Boy’ empezó a demostrar su conocimiento básico del castellano, dejando ir palabras sueltas con las que traducir las letras de las canciones, o intentando expresar ideas irónicas respecto a su familia o la condición de padre: “¡Mother-in-law… mal!“, “¡Niños… diablos! ¡Evil!“, “¡My wife is watching!“, con mirada traviesa y burlona y ojos entrecerrados. El genio se había destapado y ya nada le iba a detener, en una segunda parte del show magnética, juguetona y participativa, donde la comunión con el público iba a ser total.
En ‘Adiós’, por ejemplo, haciéndonos repetir en bucle el “The decision is mine. Let the lesson be mine. ‘Cause the vision is mine“. Una de las canciones que mejor representa la libertad creativa sin límites que Clementine exhibió toda la noche (jazz, ópera, cabaret, r’n’b…) y ese espectacular rango de registros vocales que van desde lo más agudo a lo más grave. Provocando el “oooohhh!!” generalizado de la audiencia con las primeras notas de ‘Cornerstone’, ojos llorosos combinados con sonrisas de felicidad en las primeras filas, o la chica a mi izquierda vocalizando en voz baja cada canción desde la primera a la última estrofa, abrazada por su pareja e hipnotizada por ese hechicero emocional magnético y carismático, y por la magia e intensidad del momento. Lo mismo que con la desnuda y preciosa versión acústica de ‘Auxiliary’, la canción en la que se dirige a su compañera (Flo Morrissey) tras el nacimiento de su hijo. Un tema que aquí redondeó con un coro multitudinario a capella entonando en bucle el “Takes who, takes what. Takes you and I to make this child smile“: todxs nosotrxs, claro.

El juego continuó con ‘Condolence’ (“Am sending my condolence. To fear. Am sending my condolence. To insecurities“) y ‘Nemesis’ supuso el primer punto y aparte de la noche. La ovación del público fue tan abrumadora, picando palmas, suelo, paredes, barras y todo lo que se pudiera picar para hacer el máximo ruido posible, que si no hubieran vuelto a salir habría habido un tumulto. El piano de la bellísima ‘Copening’ dio pie a corear el “Oh! Oh!, guess who is howling home”, antes de que Clementine volvera a exhibir voz en ‘London’. Y con la cabaretera final ‘Genesis’ en acústico junto a Seye llevó el juego al extremo, haciéndonos corear el “trapped in free” más de 50 veces en una cuenta descendiente mitad castellano, mitad inglés (“…Thirty seis! Thirty sinco!…“) que puso a prueba nuestras cuerdas vocales y capacidades de entonación y de aguantar la risa mientras seguía dejando ir palabras en castellano sin demasiado sentido pero realmente hilarantes.
Cuando el escenario se vació se repitió la ovación atronadora. Benjamin volvió a saludar y acabó sentándose nuevamente al piano para regalarnos un ‘I Won’t Complain’ que fue casi un perfecto resumen de una noche sin quejas, en que nos hipnotizó de tal manera que hubo un momento en que consiguió el silencio más perfecto en una sala que yo recuerde en años, hasta tal punto que se escuchaban los motores de las neveras. La parte del “I dream, I smile, I walk, I cry” fue el último lazo con el que engancharnos en una de esas noches que trasciende más allá de la propia música, por la genialidad del propio personaje que la interpreta. Su dominio de la situación. Su carisma. Su magnetismo. Su expresividad. Su capacidad de conexión y de seducción. “And it’s a wonderful life. And it’s a wonderful day. Just as yesterday (…) So I won’t, I won’t complain“.
Setlist:
- Atonement
- Residue
- Gipsy, BC
- Delighted
- Difference
- Phantom Of Aleppoville
- Winston Churchill’s Boy
- Adios
- God Save The Jungle
- Cornerstone
- Auxiliary
- Condolence
- Nemesis
Bis:
- Copening
- London
- Genesis
Bis 2:
- I Won’t Complain