Supongo que será pura combinación de ley de vida + matemáticas: si el rock tiene casi 7 décadas de vida, las estrellas y grandes iconos que llevan allí desde los años 60 o 70 se han hecho mayores. Y por tanto, cada vez a ser más habitual que perdamos a todas esas figuras que nos han fascinado desde niños y parecían inmortales. En los últimos años ya habíamos ido perdiendo progresivamente a muchas de ellas, pero este 2016 que dejamos atrás ha sido especialmente trágico por cantidad y peso de los artistas que nos han dejado: iconos universales como David Bowie, Prince, Leonard Cohen o George Michael son los nombres más populares, pero no hay que olvidar a la grandiosa dama del soul Sharon Jones, Scott Weiland (Stone Temple Pilots), Alan Vega (Suicide), John Bradbury (The Specials), Maurice White (Earth, Wind & Fire), Greg Lake y Keith Emerson (Emerson, Lake & Palmer), Glenn Frey (Eagles), Paul Kantner (Jefferson Airplane), Rick Parfitt (Status Quo), Phil Chess (fundador del mítico sello Chess Records), el productor de los Beatles George Martin, el pianista Mose Allison… y no nos olvidamos tampoco de Lemmy Kilmister (Motörhead), fallecido el 28 de diciembre de 2015. Por todos ellos, y por tantos otros que nos dejamos, larga vida al rock…