Justo acaba de finalizar una nueva edición del festival Cruïlla Barcelona. Un festival acogedor, particular en una disparidad estilística capaz de atraer a públicos muy distintos de un día para otro. De todo lo que pude captar y escuchar, se pueden sacar varias conclusiones:
Que conciertos como los de Juan Luis Guerra o Rubén Blades son una bendición. Ya sea por el punto romántico del primero o por la condición de cronista de Blades, narrando cada una de sus canciones para recordar porque están en la historia de la música popular. Desde sus inicios hasta sus discos más recientes, pasando por su legendario “Buscando América”. También recuperando clásicos popularizados por otras voces, como ‘El Cantante’ o ‘Pedro Navaja’.
Que Residente hizo un gran concierto, ya sea lanzándole puyas a J Balvin o recuperando varios éxitos de Calle 13, casi de una sensacional ‘Latinoamérica’.
Que la jornada inaugural del miércoles tuvo conciertos muy sólidos de Tote King o Leiti Sene.
Que Jack White es un señor músico con un señor grupo, pero tan cuidado y pulido que a servidor le hace echar en falta aquel punto primario de los White Stripes.
Que apenas seis meses después de su última visita, siempre se agradece volver a los Sleaford Mods, más cuando “Spare Ribs” es su mejor disco en mucho tiempo. Y Andrew Fearn convirtiéndose en un Bez activo es un espectáculo digno de ver.
Que Rigoberta Bandini puede despertar pasiones encontradas, pero su puesta en escena es imponente y contó con el público más entregado del festival.
Que Simon Le Bon mantiene su voz entre alfileres y el concierto quizás tuvo menos público de lo esperado, pero el repertorio de Duran Duran tiene su inevitable encanto, de ‘Rio’ a ‘A View to a Kill’ pasando por una ‘Girls on Film’ con fragmento del ‘Acceptable in the 80s’ de Calvin Harris incluido.
Que las predicciones las carga el diablo, pero que Niña Polaca podrían crecer mucho en la frontera del indie y el mainstream del pop rock español.
Que salvo alguna invasión de sonido de un escenario a otro (consecuencias de un recinto limitado) la organización del festival ha funcionado como un reloj.